En la página del Premio Pulitzer se lee: “Por su cobertura inmersiva y ambiciosa del ‘purgatorio migratorio’ en el Tapón del Darién, entre Colombia y Panamá”. Estas frases aparecen al lado de su nombre, Federico Ríos, y del de su compañera de trabajo: Julie Turkewitz. Ambos, en representación del diario The New York Times – considerado por algunos como el más importante del mundo – ocuparon el segundo lugar en la categoría International reporting (reportaje internacional).
Los que conocen un poco el mundo del periodismo y la fotografía saben que llegar hasta aquí es como estar nominado a los Premios Nobel. Por eso, cuando se anunció el nombre de Federico Ríos, muchos celebraron. Y es que este reconocimiento honra el trabajo de un fotógrafo de quien los colegas valoran el conocimiento de la técnica, la valentía y sensibilidad.
Cuando se conversa con él queda claro por qué sus fotos sobre la selva y los migrantes que la atraviesan son mucho más que tener una buena cámara o haber llegado hasta aquí. “Esto es una conjunción de trabajo intenso y juicioso, el conocimiento de las herramientas, magia, inspiración o musa. También hay una dosis de reinterpretación y de comprensión de las personas”, dice.
A esto se suma la inspiración que ha tomado de artistas como Caravaggio, un pintor del Barroco que admira, experto en mostrar la tensión entre la luz y la oscuridad.
Su comprensión del trabajo va más allá que oprimir un botón de un dispositivo: “La fotografía periodística y documental con personas que no decidieron estar ahí se parece a una sesión de improvisación. Sé leer y entender la luz.
Al mismo tiempo, no puedo manipularla y tampoco a las personas que están frente a mi cámara”. Esas fotos que han movido a muchos espectadores hasta el punto de haber cambiado la vida de algunos de esos caminantes, son el resultado de la ayuda de muchos.
Para explicarlo mejor, menciona la teoría del efecto mariposa, esa que, según el científico Edward Lorenz, afirma que podemos escuchar las alas de este insecto al otro lado del mundo, lo que demuestra la relación entre todo lo que existe. “La historia de este reconocimiento empieza en cada persona que me ha dado la mano. Además de mi familia, he tenido amigos que han estado ahí en los momentos que no son de éxito y esto es algo que yo siempre les agradezco”.
“Así como un deportista se entrena para una competencia, también me preparo en lo profesional y en lo mental, para poder estar en esos lugares”.
Más allá del “espejismo del algoritmo”
A la hora de hablar de la intención de su trabajo y de lo que pasa actualmente en fotografía, Federico Ríos dice que quiere ir más allá de ese espejismo de las redes sociales en el que nos sumergimos todos con los momentos de éxito que publica la gente.
Y habla de espejismo porque por fuera de las publicaciones quedan por fuera esos problemas, crisis y situaciones difíciles de las personas que precisamente él trata de mostrar.
Después de conversar con él queda claro que su trabajo va más allá de una imagen. Cuenta que ha caminado junto a migrantes que buscan atravesar la selva, pasar por México y llegar a los Estados Unidos, como fue el caso de una familia de Afganistán que conoció y con la que se reunió en Nueva York.
Su sensibilidad se ve más allá de las fotos y se centra en esas personas que conoce y a las que a veces sigue el rastro, en el lugar donde están. Se emociona cuando sabe que les cambió la vida, para bien, después de que los vió algún lector. “Hay gente que escribe al periódico después de ver las imágenes y quiere ayudar a esas personas que se han jugado el todo por el todo. Nos convertimos en intermediarios de esa ayuda”.
Al preguntarle por el futuro, cuenta que le gustaría seguir registrando la realidad actual del Darién: “Las cifras hablan de caos y de una situación que preocupa”. En el 2021, 150 mil personas atravesaron este lugar. 250 mil personas lo hicieron en el 2022. La cifra llegó a los 540 mil en el 2023, es decir, prácticamente se duplicó”.
La situación va más allá de los números, se puede entender al escuchar las historia de las personas: “Impresiona mucho saber que la mayoría de las mujeres que atraviesan el Tapón del Darién han sido víctimas de violencia sexual. Esto también me lleva a pensar que quiero seguir contando lo que pasa aquí, con mis fotos”.