Ser y parecer

Hace unas semanas, tuve la sensación de no tener tiempo para nada, y no me sentía bien. Tenía una agenda que me estaba sobrepasando y eso me puso en una conversación conmigo mismo sobre lo qué es ser, pero también parecer. Esto no es solo mío, es de todas las personas, pero, a veces, ese afán no nos deja darnos cuenta. 

Ahí entendí qué me estaba fallando, y que necesitaba encontrarme, ponerme como prioridad. Esto es muy común en el mundo del emprendimiento. A todo le decimos que sí, pero eso no nos hace (ni ser ni parecer) superhéroes.

Parecer es lo que está afuera, lo que otros perciben de nosotros. Actuamos (a veces inconscientemente) para que otras personas tengan una idea de lo que podemos llegar a ser. Por ejemplo, acepté roles impuestos y puse a los demás por encima de mí. En ese momento, decidí que para estar bien con los demás tengo que estar muy bien conmigo mismo. Como dicen por ahí: “como eres por fuera también tienes que ser por dentro”.

Ser, es decir, hacer o sentirse vivo. Esto es disfrutar lo que haces día a día, abrazando los cambios que nos ocurren y con actitud proactiva frente a las adversidades. Es la mentalidad de crecimiento de la que habla la psicóloga Carol Dweck para referirse a las personas que no se preocupan por el fracaso: se dan cuenta de que su trabajo y forma de ser puede mejorarse y que de esos fracasos viene el aprendizaje.

En la vida, cada persona juega un papel que representa su forma de ser y cómo se muestra ante el mundo. Hay personas en el arte del engaño, maestros en la construcción de una fachada impecable que oculta su verdadera esencia. Otros, en cambio, son libros abiertos, son transparentes. El ser es la autenticidad, ser sin pretensiones. Saber que podemos sentirnos débiles, pero que también podemos buscar ayuda; que hay límites, luces y sombras. La mejor manera de representar el ser, es vivir en coherencia con nuestros valores, principios y sin miedo a ser criticados.

Ser y parecer no son excluyentes, en mi caso, me estaba olvidando de mí, pero siempre con una cara amable hacia los demás, mientras la debilidad me consumía. Pensaba que no lo podía solucionar, pero entendí que la clave está en el equilibrio y en la búsqueda de una paz entre lo que somos y queremos ser. 

Trabajemos no solo en nuestros proyectos, trabajemos también en nosotros mismos para ser (y parecer) siempre mejores personas. Aprendamos a valorar lo que somos y, al mismo tiempo, hacerlo con los demás: lo que nos pasa a nosotros también le pasa a quienes tenemos cerca.

Es normal sentir diferentes emociones y comportamientos, por eso, abracemos nuestra forma de ser, sobre todo cuando no nos sentimos bien. Mostremos la riqueza de nuestra verdadera esencia y construyamos en colectivo el futuro que soñamos.

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