Usamos palabras como “compañía” y “organización” como sinónimos de empresa, ¿pero se han preguntado por qué dichas palabras son sustitutas? La palabra “compañía” deriva del latín “companio”, que literalmente significa “el que comparte el pan”. Originalmente, hacía referencia a un grupo de personas que se reunían para compartir alimentos y, en esos encuentros, intercambiaban consejos sobre sus respectivas labores y desafíos. Por otro lado, “empresa” proviene del concepto de iniciar una tarea o trabajo.
“Al final del día, las empresas son tan buenas como las personas que las componen”,
dice Carlos Ghosn.
Cuando usamos “compañía” como sinónimo de empresa, estamos reconociendo que una empresa no solo es una tarea por realizar o un proceso productivo a desarrollar, sino que para lograrlo se necesita de una comunidad de individuos que comparten un propósito común y se apoyan mutuamente para alcanzar ese objetivo o misión.
“La cultura se come a la estrategia en el desayuno”,
dice Peter Drucker.
Las empresas no existen por sí solas; toman vida a través de las personas que las representan. Por lo tanto, sin una cultura organizacional establecida, es decir, sin unos valores, creencias, actitudes y comportamientos compartidos, ningún plan puede ejecutarse de manera efectiva. Sin cultura que alinee a los miembros hacia un propósito superior, cualquier estrategia será ineficaz.
“La estrategia es lo que se hace… y se hace aquello para lo que se está organizado”,
dice Alejandro Salazar.
El corazón de una empresa son las personas, pero la forma en que se organizan es crucial para su capacidad de ejecución, de generación de valor. No se trata solo de agrupar a los mejores individuos bajo un propósito compartido, sino de asegurarse de que tengan los medios y las formas que les permitan complementarse y potenciarse colectivamente.
La elección de las personas con las que trabajamos (compañía) y la manera en que nos organizamos (organización), definen, sin duda alguna, el rumbo y el éxito de las empresas. Si hemos de emprender, o trabajar con otros, que sea en buena compañía y bajo sistemas que permitan maximizar nuestro potencial individual, pero, sobre todo, colectivo.
Dime con quién trabajas, cómo lo hacen y qué valores comparten, y te diré qué tipo de empresa tienes y hacia dónde se dirigen.