Don Gustavo Torres

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Don Gustavo Torres

 
     
 

Un líder en retiro que conoce todas las aristas de El Poblado

 
     
 

¿Para usted qué es El Poblado?
Para mí es la Sucursal del Paraíso. Mis 77 años los he vivido en estas lomas donde he dejado descendencia: 12 hijos, 25 nietos y 8 bisnietos.Del sector me gusta mucho lo heterogéneo, pues es un sitio donde viven los habitantes más pudientes, casi al lado de personas humildes. De esta comuna 14 tengo anécdotas que nunca se borran. Cuando yo trabajaba en la Jal, un recuerdo bonito fue inaugurar la estatua de los fundadores en el Parque del Poblado, cerca de la calle 9, lugar donde pasé parte de mi infancia.

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¿Cómo fue su niñez?
Yo nací en la calle 9 cerca del Parque de El Poblado. Allí también viví cuando cursaba mi primaria y parte del bachillerato. Todavía conservo familiares en ese lugar.Era conocida como la Calle del Frito, pues en cada casa era tradicional que los propietarios fritaran empanadas y ese aroma impregnaba toda la vía. El olor era inconfundible. Era el centro histórico de El Poblado en el que aún se respiraba el ambiente de pueblo y de vida comunitaria.

Después de vivir allí ¿para donde se trasladó su familia?
Mi madre y yo siempre fuimos andariegos, pero nunca salí de El Poblado. Luego de la Calle del Frito nos trasladamos al Garabato. Ahí no duramos mucho y nos mudamos al barrio Manila al que le tengo mucho cariño, inclusive ya casado tuve mi primer hijo allí. Era 1935, en esa parte funcionaban dos fincas, la Manila y Bretaña que limitaban con un caserío de viviendas humildes llamado Rancho Largo. Después de unos años, Manila dejó de ser rural, se convirtió en un motor de desarrollo y se fue poblando hasta limitar con el centro de El Poblado. En ese momento, abandoné el barrio y me trasladé a lo que hoy es Isa, donde había un terrenito de mis padres. Allí vivía cerca del doctor José Gutiérrez Gómez que me propuso comprarme la casita de Manila, a cambio del terreno en la Loma de El Tesoro donde vivo desde hace 54 años.

¿En qué momento asume el rol de líder comunitario?
Gustavo Torres era un muchacho rebelde que alcanzó a estudiar arquitectura en la universidad. No terminé la carrera y empecé a trabajar como maestro de obra. Estudiando comencé a asimilar la situación del que no tiene nada y a cuestionarme por esa brecha amplia entre las clases sociales. Cuando abandoné mis estudios, de inmediato decidí trabajar por la comunidad. Por eso me metí al Partido Liberal. Lo primero que hice fue ponerme en contacto con el concejalDarío Londoño Cardona para impulsar el trabajo comunitario en Loma de El Tesoro. El concejal conseguía materiales de construcción y yo reunía a la gente del barrio y ponía la mano de obra. Así nacieron senderos y carreteras. En 44 años de trabajo, logré impulsar el acueducto y el sistema de vías del barrio y fui fundador de la Junta de Acción Comunal hace 25 años.

¿Su labor como líder lo llevó a estrechar lazos entre lo más privilegiados y las clases humildes?
Durante toda mi vida he luchado por el progreso de las Lomas de El Poblado. He trabajado tanto por los humildes como por los ricos. En mis años de lucha comunitaria, siempre mantuve excelentes relaciones con todos, sin excluir a nadie. Me levanté junto a las personas más pudientes del sector.

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Precisamente, ¿cómo era la relación con ellos?
El rico de antaño era una persona educada. Convivíamos en la casa de ellos y estos en la casa de nosotros. Por ejemplo me crié junto a Ricardo Uribe Escobar, uno de los mejores periodistas que ha dado Antioquia. Su finca “La Mercedes” estaba a 20 metros de mi casa. Siempre tenía un contacto permanente con estos personajes, íbamos a almorzar juntos, pescábamos, era una relación muy cordial y nunca existió discriminación.

Entonces ¿con cuáles personajes históricos y relevantes mantuvo relación?
Con José Gutiérrez Gómez, vecino mío en la Loma del Tesoro y en Manila. Cuando era colaborador en la Jal, de la mano de Don Guti, inauguré la estatua de los Fundadores. Allí, en medio de la celebración, me dijo: “¡Hombre Gustavo! Dónde estás viviendo ahora”. Al instante le respondí: “en la misma parte donde usted me dejó”. También compartí muchos momentos con la familia Restrepo Moreno o con Don Bernardo Mejía. Cómo no recordar a líderes cívicos como el doctor Gabriel Congote que desempeñó un papel importante para el desarrollo de El Poblado.

¿Por qué ahora está tan alejado del trabajo comunitario?
La Jal empieza su labor social en 1988, con la cual estuve vinculado 10 años. Ese trabajo lo conseguí gracias a una elección popular en la que obtuve un buen número de votos. Renuncié decepcionado, pero no cansado porque todavía tengo ganas de trabajar. En los últimos años, me cansó el trabajo con las juntas de acción comunal. Existía una rivalidad profunda entre ellos y no existía concertación. Esa situación imposibilitaba el trabajo comunitario. Actualmente no hay requisitos para ser presidente en una de esas organizaciones y cualquiera puede desempeñar ese papel. Mantengo excelentes relaciones con Amparo Gaviria, Presidente actual de la Jal y colaboro con lo que pueda.

 
 
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