En medio de un día ajetreado, llena de proyectos retadores y apasionantes, como los que acostumbro a tener en la cotidianidad, recibí una noticia que cambió mi vida: estaba embarazada. En ese instante, me llené de preguntas que para ese momento no tenían respuesta.
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Siempre he querido ser la mejor versión de mí misma, donde quiera que esté, y eso me ha implicado trabajar fuertemente. Y, ahora, ¿cómo tendría tiempo para ser la mamá y la ejecutiva que soñé? ¿24 horas al día serían suficientes? ¿Iba a ser posible avanzar en mi carrera luego de tener una licencia de maternidad? Estos y otros cuestionamientos me hice hasta llegar a la conclusión que ser mamá era el mayor desafío que iba a asumir en mi vida.
En las últimas semanas de mi embarazo tuve conversaciones con mujeres que son madres y exitosas en lo que hacen, unas que se dedican por completo a su hogar y otras que lideran empresas, en todas encontré inspiración, magia y sabiduría. Me demostraron lo enriquecedor que podía ser el camino.
Elegí continuar con mi carrera, regresé a la oficina y descubrí que el equilibrio entre la maternidad y el trabajo es posible. ¡Es increíble cuánto me ha enseñado ser mamá y cómo esto impacta positivamente mi vida!
He desarrollado mucho más mi capacidad de escucha, aprendí a administrar mi tiempo de manera efectiva; la priorización y la planificación estratégica se volvieron mis mejores aliadas. La comunicación efectiva con las personas con quienes trabajo en mi hogar y en la empresa no pueden fallar, sin olvidar que la confianza en quienes están a mi alrededor hace que todo fluya.
Si tuviera que describir la maternidad en una palabra, sería “armonía”.
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Hoy, cuando tengo la posibilidad de sentarme con mi equipo y revisar posibles candidatas para diferentes posiciones directivas, generalmente conversamos de lo que son, más allá de sus competencias técnicas. Vemos mamás y evidenciamos un estilo de liderazgo empático, decisiones basadas en la diversidad de perspectivas; mujeres que luego de tener situaciones con sus hijos, llegan a reuniones críticas a mantener la compostura, a utilizar la calma y la determinación.
La maternidad nos desafía a encontrar soluciones creativas e innovadoras diariamente, pero además nos enseña a manejar la incertidumbre, a entender que las cosas no siempre son como esperamos pero que al final todo va a estar bien.
Las compañías con culturas inclusivas pueden beneficiarse del potencial con el que contamos las madres y pueden capitalizar nuestro compromiso y dedicación para su beneficio. En algún momento leí que Sheryl Sandberg, ex Chief Operations Officer de Meta, dijo que el 90 % de las mujeres calificadas para posiciones de liderazgo son también madres, ahora los datos que tengo respaldan su afirmación.
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