Como si de una serie de televisión se tratara, la tercera temporada de excavaciones arqueológicas en el lote de Telemedellín está próxima a terminar. Y como en las series, puede que ésta sea la última de un primer ciclo obligatorio. O una de muchas, por todo el potencial que tiene el predio.
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Y como en la tele, todo será cuestión de conseguir los recursos. “Con motivo de las obras físicas del canal, esto sería lo último por hacer, según la norma”, aclaró Juan Pablo Díez, el antropólogo líder de esta intervención arqueológica que arrancó en 2015, cuando la primera palada para construir un sendero en cemento entregó la primera ofrenda prehispánica.
80 cm de ancho tiene la vasija más grande descubierta. Pudo haber tenido más de un metro y medio de alto.
El sendero duro cambió a palafítico para proteger todo lo que hubiera enterrado; precaución bastante pertinente, pues de los 17 enterramientos indígenas prehispánicos encontrados en nueve años, 16 estaban apenas a 20 o 30 centímetros de la superficie. “Solamente uno estaba a más de metro y medio”.
Díez explicó que no se puede hablar de un cementerio indígena, sino de enterramientos, que pueden ser de restos humanos o de vasijas con alimentos o herramientas, a manera de ofrenda. “Todavía no lo sabemos, no hemos hecho el análisis del contenido de la mayoría de los recipientes. Eso corresponde a otra etapa de la intervención, que son los estudios en laboratorio, para lo cual no están garantizados todos los recursos. El canal cubrirá una parte”.
60 % de los huesos de una mujer indígena de 35 años, de la época prehispánica, son los restos humanos más completos encontrados.
Además, por la antigüedad de los hallazgos (más o menos, 2.000 años atrás), corresponden a una época en la que se enterraban a los familiares fallecidos junto a las chozas, incluso, cerca de sus pilares, “como para que ellos fundaran la casa”. La separación entre lugar de vivienda y de entierro, que conocieron los primeros europeos aquí, empezaría, por lo menos, 600 años después.
El primer hallazgo fortuito inició un trabajo de prospección arqueológica que definió un área a investigar de 480 m2; nueve años después, solamente se han excavado, con todo el cuidado, 40. “La primera temporada de trabajo de campo fue de 2016 a 2017; la segunda, de 2018 a 2019. Por la pandemia, prácticamente se paró 2020, 2021 y 2022. Estamos cerrando la tercera y última del ciclo obligatorio, correspondiente a 2023 y 2024”.
1 estructura de combustión prehispánica, única en Antioquia, fue encontrada. Coincide con descripciones de los cronistas españoles.
En total, se han rescatado 34 vasijas más o menos completas, casi todas pendientes de análisis de laboratorio y restauración para poderlas habilitar como piezas de exhibición. También más de 10 mil objetos, muchos de ellos pequeños, como fragmentos de cerámica.
“Encontramos objetos de piedra, cerámica, metal, loza y vidrio (estos dos últimos materiales, de la colonia o comienzos de la república). El 80%, más o menos, es cerámica, 10 % son líticos y 10 % en el resto de materiales. De 10 mil objetos, apenas 42 son cuentas diminutas de oro o pequeños fragmentos de lo que creemos eran pectorales”.
Importancia científica
Pese a que, desde 2015, apenas se ha excavado menos del 10 % del área proyectada, la importancia de los hallazgos ha sustentado cuatro investigaciones científicas en antropología y otras ciencias, tanto para optar a tres pregrados locales como para un doctorado internacional, realizado éste último por el reconocido físico peruano Julio Fabián (Universidad de Cuzco), quien analizó las diminutas y escasas piezas de oro encontradas