Con un gravamen base del 10 % se estrenó el pasado 1 de noviembre el polémico impuesto saludable, que impactó productos de alto consumo en las festividades navideñas y de año nuevo. En igual fecha de 2024, dicha imposición subirá al 15 %, hasta alcanzar y detenerse en el 20 % desde 2025.
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La decisión tributaria afecta principalmente a las bebidas ultraprocesadas azucaradas y comestibles ultraprocesados; una medida que varias organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas han reconocido como efectiva para promover ambientes alimentarios saludables y detener la epidemia mundial de obesidad y diabetes.
A esta positiva valoración se sumó en Colombia la organización no gubernamental Red PaPaz, que en 2023 llegó a sus primeros 20 años de labores. “La apoyamos porque creemos que contribuye a desincentivar el consumo de productos ultraprocesados que se relacionan con el aumento de todas las formas de malnutrición y el riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) y reemplazarlo por alimentos saludables”, dijo Carolina Piñeros Ospina, directora ejecutiva de Red Papaz.
Aseguran desde esa entidad que el impuesto saludable no afectará la economía de los hogares, pues en la medida en que las personas sean más sensibles a los precios, es más probable que reduzcan el consumo de estos productos, por lo que experimentarán mayores beneficios en su salud.
“Tampoco tendría un efecto significativo sobre la inflación, ya que su contribución es mínima en comparación con alimentos esenciales en Colombia como el arroz, la papa y la carne”, agregó Piñeros, indicando que “la experiencia internacional ha demostrado ser eficiente. Estudios post implementación han demostrado que los impuestos saludables no afectan a los tenderos ni al empleo, porque la reducción del consumo de los productos sujetos a impuesto se compensa con un incremento en la demanda de productos sin impuesto”.
Citó como ejemplo a Barbados: “un año después de la implementación de un impuesto del 10 %, disminuyeron las ventas de bebidas azucaradas en 4,3 % y aumentaron las ventas de productos distintos en 5,2 %”. Mencionó también el caso de Berkeley, en California (EEUU), “un año después de implementado el impuesto, las ventas de bebidas azucaradas disminuyeron 10 % en las tiendas, mientras que las de agua envasada aumentaron 15.6 %”.
Como caso de éxito, incluyó a México, donde disminuyeron las compras de bebidas azucaradas y aumentaron las de agua (con diferencias según el lugar de residencia, la composición del hogar y el nivel de ingresos). “En Reino Unido, un estudio identificó que luego de implementar el impuesto se reportó una menor prevalencia de obesidad en niñas de sexto año, con diferencias significativas en aquellas que viven en las zonas más desfavorecidas”.
Experiencia previa local
De otro lado, la vocera principal de Red PaPaz destacó que “Colombia ha demostrado ser líder en la implementación de impuestos saludables. El aumento de los impuestos al tabaco por la Reforma Tributaria de 2016 sirvió no solo para aumentar el recaudo, sino también para reducir significativamente el número de fumadores en 16.7 %. Esto demuestra el impacto positivo de estas medidas.
Apuntó igualmente que los recursos recaudados a través de los impuestos saludables podrían destinarse a promocionar y garantizar el acceso a agua potable, a programas de salud y nutrición. “Esto aportaría a la disminución de las brechas sociales y podría contribuir a la reducción de los gastos en salud relacionados con las enfermedades crónicas no transmisibles”.
A su juicio, falta un trabajo fuerte en pedagogía por parte del Ministerio de Salud, el Ministerio de Hacienda y la DIAN deben hacer pedagogía, explicar y dar tranquilidad a la población colombiana sobre qué son estos impuestos y cuál es su importancia.
“Los impuestos saludables hacen parte de un conjunto de medidas integrales para promover la alimentación saludable y reducir las enfermedades crónicas no transmisibles. Deben ir acompañados de la implementación de otras estrategias de salud pública, como la incorporación del etiquetado frontal de advertencia, la creación de ambientes de juego y aprendizaje saludables para la niñez y la adolescencia, y la regulación de la publicidad, promoción y patrocinio de estos productos dirigidos a niñas, niños y adolescentes”.