Cuando se habla de cine en Medellín normalmente se asocia con el autor de los años 90 y 2000, Víctor Gaviria, pero la ciudad ya no es un escenario alrededor de una sola figura, sino la asociación de distintas voces que han permitido que desde el 2016 se vengan produciendo películas en Medellín. Cintas como Matar a Jesús, Amparo, Los colores de la montaña y Los días de la ballena, por nombrar algunas, engrosan dicha lista. Pero ¿Cómo se llegó ahí?
La aparición de programas universitarios de cine o afines, que nacen en la década del 2000 en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, el ITM y la UdeA, permitieron la formación en roles de producción que no había antes en la ciudad. También, fueron el escenario para que se conocieran e hicieran puentes entre los que serían los próximos cineastas de Medellín, y para que estos fueran puliéndose, realizando cortos, para luego llegar a largometrajes.
Trabajo conjunto
Una generación, aproximadamente del 2010, arrancó con esa ola de producciones. Según cuenta Catalina Arroyave, directora de Los días de la ballena y miembro de Rara Colectivo Audiovisual, en ese entonces “había como mucho pesimismo en la ciudad porque había pasado mucho tiempo en el que no se habían hecho películas acá. Nosotros empezamos con la idea de que el trabajo colaborativo podría ser una manera de hacerle resistencia a esta idea de que era imposible hacer películas locales”.
Ese nosotros no solo era Rara Producciones; también lo conformaban distintos colectivos o productoras de la ciudad, como Monociclo Cine, Máquina Espía, entre otros. La asociación permitió que muchas películas salieran a cartelera, como Los nadie, de Juan Sebastián Mesa, en el 2016. Ese año también se estrenó Pasos de héroe, de Henry Rincón; Eso que llaman amor, de Carlos César Arbeláez; y La mujer del animal, de Víctor Gaviria. Antes de eso, en la década se habían hecho algunas películas, como Los colores de la montaña, de Carlos César Arbeláez, en el 2011.
Subvención estatal
El Fondo de Desarrollo Cinematográfico, FDC, las becas del Ministerio de Cultura y MinTIC, la Comisión Fílmica y los Estímulos de la Alcaldía de Medellín han permitido la realización tanto de largometrajes como de cortos en la iudad. Apoyos que van desde la escritura, pasando por todas las etapas de producción, e incluso de distribución, hacen posible que películas como Una madre, Los reyes del mundo y La roya hayan visto la luz.
En la ciudad, además, existe el Acuerdo 22 de 2015, que apoya el sector audiovisual desde la formación, exhibición, promoción, preservación patrimonial y el desarrollo de nuevas obras. También, gracias a la Ley 1556 de 2012, Medellín ha podido recibir producciones audiovisuales extranjeras que reciben una devolución de su inversión si contratan en la ciudad, si se ruedan en ella.
Crisálida es un colectivo de cine que hasta el momento ha hecho cortometrajes. Este año, La noche del minotauro se llevó el premio a mejor corto en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en Argentina. Sus producciones han sido financiadas, en su mayoría, gracias a becas y apoyos del gobierno.
97 proyectos fueron beneficiados con más de $1.111 millones, entre el 2020 y el 2023, por el Incentivo FilMedellín, de la Comisión Fílmica.
El financiamiento a través de estas figuras trae retos, como lo es presentarse a la mayor cantidad de convocatorias, pero también, cómo gestionarlos para sacar adelante varios proyectos. Juliana Zuluaga, miembro del colectivo, explica al respecto: “Sí creo que lo que nos ha permitido un poco sostenernos es tener varios proyectos en diferentes etapas. Entonces nos ganamos una convocatoria del FDC, y, por otro lado, tenemos otro proyecto con Región y Sentido, de la Comisión Fílmica, y vamos haciendo este, mientras que el otro se está distribuyendo. Puede que ganemos un premio de un festival y eso, un poco nos sirve para prestar plata para otro. Toca moverse de muchas maneras para lograrla”.
Realizar un largometraje requiere de una gran cantidad de recursos. Muchas de las grandes producciones, como Los reyes del mundo, ganan más de una convocatoria para hacerse, y cuentan además con apoyos internacionales. La recursividad entra a jugar un papel entre quienes hacen cine en la ciudad; en buscar convocatorias para ir financiando varias etapas, o alianzas para sacar adelante películas. Los años que vienen también tendrán películas de Medellín: Catalina Arroyave, Diógenes Cuevas, Daniela Abad, por resaltar, son algunos de los realizadores que ganaron convocatorias del FDC para la producción de largometrajes. Queda la pregunta de qué se necesitará para que en Medellín los realizadores puedan vivir solo de hacer cine, qué falta para tener una industria del cine en la ciudad.