Fanny Vélez de M.
Respostera. “Yo vivo en el barrio La América desde el año 1953 y no he tenido un día maluco. Vivo feliz aquí, siempre me he amañado mucho porque es un barrio muy tranquilo, muy sosegado. Claro que no falta, como en todas partes, ‘que por allá llegó un ladrón, que salió un marihuanero’, pero por mi casa no hay problemas de ninguna clase y no me gustaría irme para otro sector de la ciudad. De La América me gusta todo: aquí me ha hecho amañar que tengo la iglesia muy cerquita, encuentro todo lo que necesito, mercados, panaderías… No hay que ir a otro sector a conseguir nada. Solo voy de mi casa a la iglesia y de mi casa al mercado, y eso que ahora que estoy en silla de ruedas o en caminador me hacen los mandados. Veo que edifican mucho, que La América está mejor por todas partes, que tiene muy buenos colegios; para mis hijos y mis nietos es un buen sector, se amañan mucho cuando vienen porque enseguida de mi casa hay un parque, y allá están bien cuidados, se entretienen; esto está lleno de comodidades para los muchachos.
Lo que si me tiene loca y si hablara con el Alcalde le pediría el favor, es que arregle el piso que va a la iglesia de la América, el de las aceras de los alrededores. Es un piso tan horrible, es imposible… ¡con la sillita de ruedas paso unos trabajos!”.
>Foto Cortesía
Farley Velásquez
Director Teatro Hora 25, en el Barrio Cristóbal. “La ciudad está creciendo espantosamente. Cuando llegamos con el Teatro Hora 25 al Barrio Cristóbal, nos rodeaban patios con naranjos y mangos; ahora nos rodean edificios enormes que han crecido y la casa se está volviendo pequeñita al lado de tantas edificaciones. Lo que más me ha impresionado en estos 15 años que llevo aquí es ver cómo las casas se vuelven edificios o lugares comerciales. La gente era muy tímida al principio para llegar a la Hora 25, porque el barrio no era un lugar donde comúnmente apareciera una sala de teatro, pues casi todas estaban en el Centro. Ha sido una conquista de 15 años con el público, una relación muy tímida al principio y ahora la gente ama este teatro, lo consideran parte del paisaje; se ve lleno de jóvenes que entran con guitarras, flautas, tambores, gente que sale con maquillajes, vestuarios. El teatro también ha intervenido muchísimo la economía porque mueve las tiendas de alrededor, se ha vuelto un lugar donde confluye mucha vida y por eso para este barrio ha sido un punto fundamental, porque vienen los niños, los seres humanos, y casi siempre la gente sale muy feliz. Hemos logrado ponerle un color maravilloso a este espacio. Entre las ventajas que ofrece el Barrio Cristóbal es que la mayoría de sus habitantes son maravillosos, personas que vienen de familia, que apoyan y gustan del buen teatro. Otra ventaja es que hay movilidad a pesar del problema de movilidad en la ciudad, pues es más complicado para los lados del sur. Aquí está el metro cerca y todavía hay por donde moverse. Además, se consiguen muchas cosas de comercio, hay grandes centros comerciales, tiendas, depósitos y lugares que nos evitan ir al Centro. La dificultad es que la delincuencia ha crecido, como en toda la ciudad, y en el Barrio Cristóbal la inseguridad ha estado apareciendo después de muchos años de estar tranquilo. Creo que ha influido el crecimiento desmedido de la población. Colombia tiene ese problema delincuencial que tiene que ver con repartición de riqueza y administración de la sociedad, asuntos que tienen que solucionar los que gobiernan el país, porque si hay desigualdad y gente desempleada, siempre tendremos esa delincuencia. La tercera dificultad que veo grave en esta comuna es que han ido desapareciendo las familias, las casas para dar paso al comercio. Va desapareciendo lo que fue un barrio de familias”.
>Foto Cortesía
Inés Elena Madrid
Directora Fundación Santiago Corazón. Desde muy pequeña tengo nexos con la comuna 12. Mi papá y mi mamá vivían en Fundación, Magdalena, y nos vinimos porque compraron un lote detrás de la iglesia de La América y construyeron. Durante muchos años vivimos en La América, luego nos fuimos a San Joaquín y con el paso de los años regresamos. Yo me casé y me fui para otro sector (La Almería) pero La América seguirá siendo nuestro barrio porque mi mamá todavía tiene su casa allí y es casa de abuela.
Lo que más me gusta de La América es la tranquilidad en la que se ha vivido, un barrio donde muchas de las personas fundadoras todavía existen o su descendencia; por otro lado está su facilidad de transporte, todo lo tiene cerca, a la mano; salir de ahí para una clínica o a divertirse o para bajar a cualquier lado de la ciudad es supremamente fácil. Su principal característica es que es un barrio de tradición; a pesar de que el tiempo pasa y llega con nuevas opciones para que los barrios se transformen, La América conserva mucho de esa estructura inicial. De todas maneras, transformación ha habido y creo que ha sido positiva: el hecho de tener nuevas vías, nuevas rutas, de tener más mercados cerca, más acceso a ciertos almacenes; la gente ha ido construyendo y haciendo edificios pero no ha sido tan dramático como ha ocurrido en otros barrios.
Su tranquilidad es muy importante. No es un barrio inseguro. Como negativo de La América no veo nada, solo que a veces las personas no son tan cuidadosas con los animales y dejan que hagan sus necesidades en el parque cercano; en ese sentido la gente no siempre es la más culta…”.
Fotografía tomada por Róbinson Henao
Jorge Pérez
Director Teatro La Fanfarria, en el barrio La América. “La comuna de La América nos es muy familiar porque varios de nosotros hemos vivido en esta zona toda la vida; la queremos mucho, siempre hemos tenido mucha acogida y amistad de parte de los vecinos, es una vecindad muy agradable y muy tranquila. En cuanto a transformación, esta zona no ha avanzado mucho desde que llegamos hace 30 años. Lo único es la ampliación de nuestra calle, la antigua calle Velásquez, que era empedrada. Lo que sí ha habido es mucha urbanización y destrucción de casas; las casas antiguas han sido derrumbadas porque al urbanismo no lo para nadie. En movilidad tampoco hemos avanzado como en otras partes; el metro todavía es muy distante, no hay metroplús y siguen pasando los mismos buses de toda la vida (…). En un principio, en la comuna faltaba mucha oferta cultural, y todavía falta, pero afortunadamente se ha venido poblando con instituciones culturales estables. Sin embargo, hace falta una biblioteca pública o un parque educativo (…). La gente de acá es muy receptiva a las obras, a toda nuestra actividad cultural, que no para en todo el año. Esta es una zona muy educativa, sobre todo donde está ubicada la Fanfarria: están La Presentación, el Salazar y Herrera, hay muchas escuelas públicas y colegios privados. Son entidades educativas que participan de nuestra programación. Desafortunadamente, en los últimos meses la Alcaldía prohibió a las escuelas hacer actividades culturales fuera de su institución, lo que no nos parece muy viable porque los niños necesitan salir y mirar otros lugares, tener otras sensaciones, ver las obras que presentamos acá, donde siempre han venido gratis. Antes venían a todas nuestras obras, se divertían, se reían, pensaban; tenemos una exposición de muñecos mecánicos en los que ellos también tienen la oportunidad de aprender, como en las obras, incluso de física, porque los muñecos se mueven por principios físicos, pero esa orden de la Alcaldía nos ha perjudicado a todos: a los niños y a nosotros…”.
Fotografía tomada por Róbinson Henao
Juan Hincapié
Librería Los Libros de Juan. “Este barrio (Simón Bolívar, límites con La Castellana) es un sector de la ciudad que tiene un flujo muy grande de estudiantes; unas condiciones socioculturales altas; encuentra uno personas muy interesadas en libros, en lectura, que han estado muy agradecidas con vernos allí. Claro que en un principio, cuando me trasladé del Centro, creyeron que la librería iba a ser una biblioteca y tuvieron una ilusión muy grande… Obviamente la librería no descalifica la posibilidad de que la gente venga a leer acá con la finalidad, tal vez, de poder comprar. Realmente es una cantidad de habitantes muy interesados en el sector cultural, pero con muy pobre oferta cultural -que es una cantaleta permanente-, entonces en el barrio he recibido de todas las personas una gran acogida. Encuentro gente joven, estudiantes, universitarios, gente común, también hay mucho jubilado que viene a dejarme libros, tanto como donación a la librería o como ofertas. Cuando veo esto y comparo con lo que sucedía en el Centro veo que hay una diferencia muy grande, porque en el Centro las personas que visitaban Los Libros de Juan era gente de paso, en cambio por acá se ha ido formando un grupo de personas muy del barrio para venir a la librería; siento que el barrio se la ha tomado como algo propio, como un lugar de esparcimiento, de encuentro, para venir a mirar qué hay de nuevo; lo han tomado como parte importante del barrio. Este sector occidental de Medellín hace un aporte muy grande en impuestos al Municipio de Medellín y si vienes y miras la oferta que este hace en esta comuna ves que es muy baja. Aquí no se necesitan más canchas, las calles están bien, lo que se necesita es más aporte oficial en el aspecto cultural porque es supremamente pobre…”.