La tuba wagneriana: el sueño de un genio

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Producidas en el prestigioso taller Cornford, destacan este viernes en el Metropolitano en la interpretación de la Séptima Sinfonía de Bruckner
La tuba wagneriana: el sueño de un genio
Liber Coscher, Marisol López, Esteban Avendaño y Ana Cristija Molina

Por Alfonso Arias Bernal*

Wagner fue sin duda un individuo extraordinario, y su obra El Anillo del Nibelungo es una de las más grandes producciones artísticas de la humanidad, comparable por su envergadura y pretensiones con los frescos de Miguel Ángel en la capilla Sixtina y con En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.

La tuba wagneriana: el sueño de un genioWagner no sólo compuso la música sino que escribió los libretos y participó en todos los diseños de los decorados y del vestuario. Con la creación de esta obra monumental, Wagner quería producir lo que él llamó la Gesamtkunstwerk  (traducible como obra de arte total), en la cual se integraban el drama, la música y las artes visuales. El Anillo del Nibelungo es una ópera gigantesca basada en la mitología germánica, las sagas islandesas y el cantar de los nibelungos. Esta composición desmesurada está integrada por cuatro óperas separadas: El Oro del Rin, La Valquiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses.

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Para dar una idea del tamaño de esta empresa colosal baste recordar que las cuatro óperas duran unas 15 horas y que el compositor tardó más de 25 años para terminarlas. Era tal la complejidad de la producción, que Wagner consideró necesario construir un teatro especial con características arquitectónicas y técnicas únicas que permitieran satisfacer sus exigencias en materia acústica. Una empresa de este tamaño requería de un mecenas muy poderoso, así que Wagner acudió al rey Luis II de Baviera, su gran amigo de otros tiempos, de quien ahora se hallaba distanciado. El rey accedió a financiar el proyecto.

No es extraño que una ópera que exigía la construcción de su propio teatro y el apoyo de un rey, requiriera también el diseño de un nuevo instrumento. En el verano de 1853, cuando se hallaba exiliado en Zurich, Wagner pensó que para el motivo del Valhalla (el salón de los muertos en la ciudad de Asgard, adonde viajaban los muertos en combate, conducidos por las valquirias) que había sido inicialmente compuesto para trombones, se necesitaba un nuevo instrumento que permitiera mezclar los sonidos de la sección de bronces de una manera más efectiva, y que desde el punto de vista tímbrico se ubicara entre la oscuridad del trombón y el brillo del corno. Para afrontar estas dificultades, Wagner se dirigió a Adolphe Sax, un famoso constructor de instrumentos de viento que, entre otras cosas, había creado el saxofón y le había dado su nombre.

La tuba wagneriana: el sueño de un genio

Wagner es un compositor que despierta los amores y los odios más extremos. La hostilidad entre wagnerianos y antiwagnerianos se acentuó al agruparse estos últimos alrededor de la figura de Brahms. Este propendía por la música pura y en general se oponía a las nuevas tendencias, entre las cuales la obra de arte total de Wagner, con su opulencia desmedida, era el mejor exponente. De hecho, Brahms nunca compuso una ópera y Wagner solo compuso una sinfonía, obra juvenil escrita a los 19 años.

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La tuba wagneriana: el sueño de un genio

Anton Bruckner, quien sentía una profunda, casi reverencial, admiración por Wagner, aprovechó el invento de las tubas wagnerianas y las incluyó en sus tres últimas sinfonías: la Séptima, la Octava y la Novena, utilizándolas especialmente en los pasajes más oscuros y místicos. Cuando se hallaba trabajando en su Séptima Sinfonía, Bruckner se enteró de que Wagner se encontraba gravemente enfermo y decidió dedicar a su admirado maestro el segundo movimiento (adagio), en el cual las tubas wagnerianas tienen una muy destacada participación.

La tuba wagneriana: el sueño de un genio
Gabriel Betancur, primer corno
 
Gabriel Betancur es el primer corno de la Orquesta Filarmónica de Medellín y es además un músico sobresaliente. En 2009 viajó a Holanda para estudiar con el prestigioso cornista Will Sanders, quien fuera primer corno de la orquesta de la Radio de Baviera, hasta que una distonía lo obligó a abandonar el instrumento. Lorin Maazel dijo en alguna oportunidad que nadie ha tocado el corno como Will Sanders. Cuando Sanders escuchó tocar el corno a Gabriel Betancur, de inmediato reconoció su talento y lo admitió como su alumno. Le puso, no obstante, una condición: adquirir un buen instrumento. Sanders puso en contacto a su nuevo alumno con el constructor de instrumentos Christopher Cornford, de quien finalmente Gabriel se hizo buen amigo.

Cornford tiene su taller en Münster (Alemania) y allí produce él mismo, con solo dos ayudantes, todos los instrumentos que se venden con su marca en el mundo. Hace algunos años, Cornford fue premiado como el mejor constructor de cornos de Alemania. Los jurados no dudaron al escoger su instrumento como el mejor, pero querían verificar que la calidad sobresaliente del instrumento evaluado no fuera una simple casualidad, así que le pidieron que construyera uno frente al jurado, y así lo hizo. Le ratificaron el premio.

Unos meses atrás Gabriel Betancur viajó nuevamente a Münster, esta vez para acordar con Christopher Cornford los últimos detalles de las cuatro tubas wagnerianas recién adquiridas por la Orquesta Filarmónica de Medellín, las cuales se estrenarán en el concierto del viernes 21 de agosto en el Teatro Metropolitano, ocasión en la cual se interpretará la Séptima Sinfonía de Bruckner, bajo la dirección del maestro Francisco Rettig.

*Gerente Orquesta Filarmónica de Medellín (Filarmed).

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Mozart y Bruckner
Concierto de Temporada Nº 10 Orquesta Filarmónica de Medellín. Director: Francisco Rettig (Chile). Solista: Luis Rossi (Clarinete), reconocido por la crítica como “un solista de primera clase”. Recientemente ha dictado clases magistrales en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires y participado como solista en Festivales Internacionales de Caracas, Brasilia y Quito. En 2015 integró el Jurado del 3er Concurso Internacional de Clarinete de Gent, Bélgica. Ha grabado seis CDs, incluyendo los Quintetos de Mozart y Brahms.

Programa: Concierto para clarinete y orquesta en La mayor , Wolfgang Amadeus Mozart – Sinfonía Nº 7, Anton Bruckner
Boletería: $60.000 $40.000
Teatro Metropolitano, viernes 21 de agosto, 8 pm. Tel: 262 5500.

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