Las últimas encuestas realizadas en Colombia para medir la favorabilidad de los mandatarios revelan un panorama desolador. Pero, para algunos, es más fácil negar la realidad que afrontarla.
En un texto escrito recientemente para el periódico argentino Página/12, la escritora Irene Vallejo (autora de El infinito en un junco), recuerda una leyenda griega que describe a un oscuro personaje, Procusto, que ofrecía posada a los viajeros solitarios. Según dice la escritora, el hospedero ataba al cliente a una cama de hierro y trataba de acomodarlo a su tamaño: “Si era alto y sobresalía, le cortaba los pies; si era de baja estatura, lo descoyuntaba a martillazos hasta alargarlo”.
Se llama, dice Irene Vallejo, el “síndrome de Procusto”, que “simboliza a quienes fuerzan los hechos hasta que se ajustan a sus expectativas, como los ideólogos, políticos y opinadores que distorsionan los datos para apuntalar sus hipótesis”. En su columna, Irene no está hablando de Colombia, pero parece…
Tres encuestas nacionales publicadas en el último mes en nuestro país nos han mostrado un panorama desolador: el desplome de la imagen favorable del presidente Petro, que expresa la desesperanza de millones de colombianos. Según la encuesta Invamer, solo el 33,8 % de los colombianos aprueban en este momento la gestión del presidente. En la encuesta Datexco, el porcentaje es del 35 %; y en la de Cifras y Conceptos, el porcentaje de favorabilidad es del 42 %.
¿Y qué dijo el presidente Petro?: “(Esta encuesta) refleja una cosa. Si mañana hubiera elecciones presidenciales y pudiera presentarme, volvería a ganar. Gracias pueblo colombiano” (sic). No conoce el mandatario la autocrítica, ni entiende la dignidad de su cargo: ¿las encuestas solo le sirven cuando le favorecen?
Recurramos otra vez a las sabias palabras de Irene Vallejo: “Como explica Will Storr en La ciencia de contar historias, nuestro cerebro es un órgano narrativo y tiende a someter la información que recibe a la trama de nuestro relato interior. Dedicamos grandes esfuerzos a construirnos una visión del mundo y somos reacios a dejarla desmoronarse cuando una evidencia la resquebraja”.
Se trata, entonces, de “un relato interior”, un cañazo que ellos mismos se echan, y le tratan de echar a los demás ciudadanos. Parece también un libreto a copiar, porque en Medellín está ocurriendo lo mismo: según la misma encuesta de Invamer, el alcalde Daniel Quintero batió el triste récord de ser el mandatario más impopular de la historia, según los datos de este estudio, que se realiza periódicamente desde hace 20 años. Su imagen favorable es solo del 30 %.
¿Y qué dijo Daniel Quintero sobre este resultado?: “A propósito de las encuestas… ¡En mi campaña para la alcaldía de Medellín no gané ninguna encuesta… fui elegido!”.
El “síndrome de Procusto” en su mejor expresión: la negación de la realidad. Que nos lo explique Irene Vallejo: “Nuestros cerebros, como los lechos de la posada del crimen, padecen el sesgo de confirmación, es decir, la tendencia a creer los indicios que afianzan nuestra visión del mundo, y desdeñar cualquier información que la contradiga”.