Yo nunca me imaginé que debajo de un bombillo pudiera haber tantas maravillas. De lejos se veía una nube de bichos poco interesantes, y de cerca… pues nunca me acerqué en realidad.
Es curioso que, cuando nos mencionan las mariposas, pensemos en un montón de seres de todos los colores y formas. Nos imaginamos campos llenos de flores –y a ellas visitándolas una por una, atraídas por sus olores y colores–, hadas y otros seres fantásticos que llenan las páginas de los cuentos infantiles. Pensamos en su increíble proceso de metamorfosis y hasta lo usamos para hablar de grandes transformaciones, de nuevos comienzos y oportunidades.
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Sin embargo, cuando nos mencionan a las polillas pensamos en un bichito simple, descolorido e indigno de atención. «¡Ah!, sí, ese animalito que se come la ropa». «Uy, uno se queda ciego si le cae polvo de sus alas en los ojos». «Anuncian la muerte de algún ser querido», como tantos otros animales que tienen la mala suerte de caer en esa categoría y ganarse el exterminio. Nada más alejado de la realidad.
Creo que hay que ponerle atención al bombillo. Ver. Ver de verdad.
Sí, visualmente hablando, hay polillas descoloridas y poco atractivas (otra cosa es su historia, sus comportamientos y los servicios que nos prestan a los humanos, independiente de su “pinta”). SIN EMBARGO (sí, con mayúscula), hay polillas igual de coloridas a las mariposas más coloridas que hayan visto. Además, mientras la cuenta de especies de mariposas en Colombia está llegando a las cuatro mil, se estima que las de polillas ¡son casi treinta mil!
Hay personas que reconocen hace rato el valor de estos animalitos. Ese reconocimiento se materializó hace poco con el lanzamiento de la primera guía de campo de polillas de Colombia, escrita por Rodrigo Bernal, ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional, y Blanca Martínez, ingeniera forestal de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, con el apoyo de la Sociedad Antioqueña de Ornitología (SAO), el Jardín Botánico del Quindío y WCS.
Esta hermosa obra tiene setecientas páginas, en las que se habla de más de 2.000 especies de polillas registradas en el país, todas con fotografías a color. Los autores hicieron un trabajo increíble, recopilando información acerca de su distribución en las Américas y dentro de Colombia, sobre su tamaño, qué tan común es cada especie y, en algunos casos, información acerca de su descubrimiento para la ciencia, su historia evolutiva y el origen de su nombre. ¡Simplemente fascinante!
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Hay que tener en cuenta que esta no solo es la primera guía de polillas que se publica para Colombia, sino además una de las pocas que hay en el mundo. Es un primer y valiente intento de crear un foco que atraiga a cada vez más personas al mundo del “polilleo” y de lanzar al estrellato a las polillas, como se lo merecen. Es, sin duda, una gran contribución al entendimiento de la impresionante diversidad que nos rodea y de la irremplazable contribución que hacen estos insectos para que la vida sea posible en el planeta.
Si aún no la tienen, se puede pedir en la SAO, en el teléfono 310 8297185, por correo a [email protected] o visitando su sede en el Jardín Botánico de Medellín.