La vida sucede, también, en la plaza

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El proyecto PlazAntioquia busca recuperar las plazas de mercado, como sitios de dinamización económica e intercambio cultural.

En medio de las preocupaciones y las incertidumbres de otra de nuestras semanas turbulentas en Colombia, vale la pena detenerse en esas buenas noticias que pasan de agache en los medios de comunicación y las redes sociales.

Es que la vida sucede no solo en las calles de las capitales, en las oficinas gubernamentales y en el escenario político, sino también, afortunadamente, en los pueblos y en las pequeñas ciudades, en las que una obra pública puede cambiar drásticamente la dinámica de sus habitantes.

La noticia: la creación de la Red de Plazas de Mercado PlazAntioquia, conformada por 48 instituciones públicas y privadas (alcaldías, el SENA, el Grupo Argos y Davivienda, entre otros aliados), con el propósito de “promocionar, fortalecer y construir plazas de mercado integrales, desde la infraestructura hasta los servicios” en los 125 municipios de Antioquia.

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El anuncio lo hizo el martes pasado el gobernador Aníbal Gaviria, en La Ceja y en San Vicente Ferrer, donde se adelantan en este momento obras para la renovación de las plazas. Hacen parte del primer grupo de 10 municipios en los que se invertirán cerca de 82 mil millones de pesos, para darle una nueva vida a este importante espacio de la comunidad. Los otros son Abejorral, Amagá, Arboletes, Bello, El Carmen de Viboral, El Santuario, Marinilla y Turbo.

La plaza de mercado es un lugar de preservación del patrimonio material e inmaterial.

Para los habitantes de estos municipios, no es una obra pública más. La plaza, como un escenario de mercado abierto, es un sistema regulador de precios. En el intercambio directo entre los productores y los compradores, con regateo permitido, los precios se equilibran justamente entre la oferta y la demanda.

Pero la plaza de mercado es también un lugar de preservación cultural, el resguardo del patrimonio material e inmaterial de los pueblos. ¿Dónde más es posible encontrar todavía las velas de cebo, el estropajo, el jabón de tierra, el chocolate artesanal? Es allí donde se conservan y protegen las recetas tradicionales, en los fogones que han pasado de generación en generación. Es en la plaza donde los artesanos tienen siempre un lugar para vender sus canastos, sus cerámicas, sus hamacas.

Y más aún: la plaza de mercado es el telar del tejido social. Allí se da el encuentro de los vecinos, amenizado por un tintico en la mañana, un sancocho trifásico al almuerzo, o unos aguardienticos al atardecer. Mientras escogen el revuelto para el almuerzo, las señoras preguntan, opinan, aconsejan. Vendedores y compradores tienen nombre propio.

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Por esto y mucho más es por lo que la creación de la red PlazAntioquia, con apoyo público y privado, es una de esas noticias que refrescan el menú informativo, de carácter monotemático en Colombia. Como dijo alguna vez la periodista Clarice Lispector: “Afortunadamente siempre existe otro día. Y otros sueños. Y otras risas. Y otras personas. Y otras cosas”.

La Gobernación de Antioquia dio el primer paso. Esperamos que quien reciba la posta entienda la importancia de este proyecto de gran impacto en la vida social y económica de los demás municipios del departamento, y lo incluyan, desde ya, en sus programas electorales. La Antioquia rural lo agradecerá.

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