Parque Ambiental La Frontera inaugurado en 2012
Por Catalina Peláez
Este es un “pulmoncito verde” de El Poblado. Un lugar para caminar entre eucaliptos, guayacanes amarillos y rosados, cedros, urapanes y más. Es también un espacio lleno de fauna animal: mariposas conocidas popularmente como las achocolatadas, o las búho, las cebrita, las quemadas, o el pequeño cartero; pájaros como los azulejos, los periquitos de anetojos, los jilgueros, los carcajadas, las tortolitas, las guacamayas y otras especies como las zarigüeyas, que solo pueden verse en la noche. “Es muy bonito ver pasar a la mamá zarigüeya con sus crías; van a la quebrada La Paulita a tomar agua y después se devuelven hacia el bosque”, cuenta María Carmenza Correa, dinamizadora del Aula Ambiental del Parque La Frontera, localizado en la calle 18 sur con la carrera 43 A, barrio el Diamante 2, que está cumpliendo tres años de ser inaugurado.
Por si no lo sabía
“Decía alguien que ‘los guaduales son las flautas tocadas por el viento’, y yo vivo convencida que ese es uno de los encantos más hermosos de este lugar”, comenta María Carmenza. Pero también lo hacen los más de 3.000 metros cuadrados de jardines, los huertos aromáticos, medicinales y frutales, el cafetal, los 30.000 metros de bosque protector y toda la fauna del lugar. Dice también María Carmenza que en el parque es muy prolífero el “pronto alivio”, una planta con múltiples bondades medicinales y bastante apetecida por los habitantes del sector, quienes van hasta el parque a buscarla. “En agua de panela es muy buena para los dolores de estómago; usted también la puede macerar y el emplasto sirve para poner encima de los hongos que la persona tenga en la piel”.
No todo es color rosa
“Queremos poner en conocimiento de ustedes la rocería, tipo tala, de todos los árboles medianos. Juntos condensaban el Bosque Protector 2, evolución de una plantación forestal hacia un bosque natural asistido, (…) es increíble que para un levantamiento topográfico tengan que arrasar con todo, solo faltaron los árboles grandes. Falta ver qué hubiera pasado si no atajamos esta rocería”, esta es la denuncia que llegó a Vivir en El Poblado hace algunos días, por parte de María Patricia Álvarez, quien hace parte del grupo Amigos Parque de La Frontera. Álvarez asegura que cuando los reunieron a socializarles esta intervención, les comentaron que abrirían unas trochas (caminos estrechos) pero nunca se imaginaron que “arrasarían” con 3.500 metros cuadrados de los más de 50.000 con los que cuenta el parque. “En la socialización nos comentaron la necesidad de abrir trochas, que es muy diferente a lo que hizo la empresa Geicol –Grupo de Estudios e Investigaciones Colombiano–. El término trocha, según el diccionario, significa: camino estrecho, especialmente el que sirve de atajo; camino abierto en la maleza o camino estrecho poco concurrido o más corto. Nada más lejos de lo que pasó aquí”, concluye María Patricia Álvarez.
La dinamizadora María Carmenza Correa responde a la preocupación: “En el ejercicio de hacer el levantamiento topográfico, la propuesta era generar unas trochas y tal vez no hubo un referente claro por parte del contratista, lo que desencadenó en una mala poda. Lo que podemos decir es que va a haber una reposición y una restauración de ese espacio”.