Animales, víctimas olvidadas de la pólvora

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Pese a estar prohibida, la pirotecnia sigue alterando la tranquilidad en todas las comunas, afectando tanto a personas como animales domésticos y silvestres. De estos últimos no se lleva conteo de víctimas.

Se sabe que están cerca las fiestas de fin de año porque retumban por igual la pólvora y los anuncios de las autoridades prohibiendo, en una retahíla ya conocida, su “fabricación, porte, almacenamiento, distribución, transporte, comercialización y manipulación”.

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También porque se recuerdan a las víctimas humanas por pirotecnia el año pasado, con los buenos deseos para que en 2022 no haya ninguna. Antier repitieron que hubo 39 quemados (14 menores de edad) y que las peores noches para esas tragedias son el día de las velitas (8 de diciembre) y la alborada (víspera del 1 de diciembre).

1014 Número del decreto distrital que prohíbe la pólvora del 22 de noviembre al 31 de enero.

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Aunque no se tiene un registro confiable por cada especie, expertos en etología (estudio del comportamiento animal) afirman que las víctimas no humanas superan esos números y se dan a lo largo del mes. En un conversatorio este 28 de noviembre en Unisabaneta, ratificaron el impacto negativo de la pirotecnia en aves, perros, gatos y hasta caballos.

Alejandro Calle, médico veterinario, aprovechó esa jornada para recordar que el uso de la pólvora, como malsana actividad recreativa, es una práctica cultural que puede superarse con educación. “Debemos pensar en todos los animales, no sólo en los que viven con nosotros, también en los silvestres, que igual son nuestra responsabilidad ética”.

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Agregó que para los animales domésticos es importante sentirse acompañados por sus dueños, “que perciban protección y seguridad; para eso hay que ser pacientes y constantes, no regañarlos porque se exalten. No lo pueden evitar, ya sea por predisposición genética o por miedos aprendidos”.

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Recomendó, como medida preventiva, exponer al animal, de manera controlada y ojalá a una edad temprana, a sonidos fuertes acompañados de reacciones tranquilizantes por parte de sus humanos. “El animal habla de su hogar; si en él hay equilibrio mental y emocional, sus reacciones al estrés tenderán a ser menos extremas. No hay drogas ni procedimientos infalibles”.

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