Carlos López
Según datos suministrados por Silvana Zapata, epidemióloga de la Secretaría de Salud de Medellín, en El Poblado, entre 2013 y 2014, hubo un incremento de casos de suicidio, al pasar de una tasa de 4.8 a 5.5 por cada 100 mil habitantes. Carlos López, médico psiquiatra, profesor titular y jefe del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Antioquia, coordinador del Grupo de Investigación en psiquiatría de la misma universidad, y director del Programa Trastornos del Ánimo del Hospital Universitario San Vicente Fundación, hace una aproximación al tema del suicidio desde el punto de vista clínico.
Causas
Más de la mitad de los suicidios se dan porque las personas tienen episodios recurrentes de depresión. En un porcentaje menor, se presentan por una enfermedad llamada maníaco depresiva. Ambas enfermedades se enmarcan dentro de los trastornos del ánimo. El 45 por ciento de los casos se encuentran asociados a otro tipo de alteraciones como la esquizofrenia, al trastorno afectivo bipolar y el abuso de sustancias. Solo un cinco por ciento tiene consideraciones distintas de tipo religiosas, filosóficas o por episodios de duelo. “En el trastorno del ánimo, casi siempre hay un conjunto de síntomas: tristeza, desesperanza, irritabilidad, deterioro laboral, alteraciones del sueño, del apetito y dificultades en la concentración. Además, es muy común otro síntoma: el deseo de morirse, que casi nunca lleva al deseo de matarse”, explica el especialista Carlos López. El paso que existe entre el deseo de morirse y el deseo de matarse, depende de la gravedad y de la intensidad de la enfermedad. Un informe de finales de 2014 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo, lo que supone unas 800 mil personas al año y una media de 11 muertes de este tipo; cuatro por cada 100 mil habitantes. El informe también explica que las tasas más altas se registran en Guyana, las dos Coreas, en el este de África, India, Japón y Rusia, con valores de hasta 44 suicidios por 100.000 habitantes, mientras que las más bajas se encuentran en el norte de África, Arabia Saudita, Indonesia y México, con tasas por debajo de cinco suicidios por cada 100.000 habitantes. El desafío que tiene la sociedad frente a la prevención del suicidio es identificar a las personas vulnerables y en situación de riesgo; para ello, la familia es clave.
Testimonio de vida
“Una noche miré el reloj y eran como las dos de la mañana, entonces me dije, no más, si esto fue lo que me tocó, pues renuncio. Fui a la cocina, tomé el cuchillo, y comencé a hacerme la herida; hubo un momento en el que cerré los ojos me vi en un ataúd y al lado a mi mamá, entonces pensé, no puedo hacer esto. Paré lo que estaba haciendo y llamé a un amigo muy cercano, le pedí que me llevara a una clínica y que me internara. Él ya sabía por lo que yo estaba pasando, porque incluso un día que iba en el carro con él, abrí la puerta para tirarme y a él le tocó detenerme agarrándome del pelo para que no me tirara”, este es el relato de Susana Arango*, una joven de 31 años. Hoy, gracias a terapias no convencionales, al acompañamiento de familia y sus amigos, y al hecho de entender el fondo de su problema, tal como ella lo manifiesta, ha logrado encontrar un lugar en el mundo. Ahora su propósito es, con su testimonio, ayudar a otros. “El año pasado dije que yo quería comunicar cómo logré salir de la situación; si yo lo logré, quiero que más personas también salgan, quiero ser ese instrumento de cambio”, concluye Susana.
*Nombre cambiado por solicitud de la fuente