Han pasado más de 40 años desde que el búlgaro Stanimir Todorov empezó a tocar el violonchelo. Su experiencia, maestría y reconocimiento son contundentes. Para el caso, lo adecuado es llamarlo maestro, incluir su apellido y usar un tono y un vocabulario que rinden pleitesía. Sin embargo, no es fácil pues Todorov es sencillo, nos recibe casualmente antes del desayuno con una amplia sonrisa y con sus ojos alegres e inquietos enmarcados por dos gruesas y casi cómicas cejas.
Así, con toda la calma del mundo y en un tono muy bajo, nos cuenta sobre la suerte que lo acompaña desde su infancia. “He contado con grandes maestros y tuve la suerte de poder tocar en orquestas y hacer conciertos desde joven”, dice el chelista con su fuerte y simpático acento. Llegó a esta profesión porque sus padres oían música clásica todos los días y él se empecinó en tocar el violín. “Tanto les dije que quería ser violinista que ellos, que no eran músicos ni tenían parientes músicos, me llevaron donde un tío mío que conocía al director de la Escuela de Música de Sofía”. Cuando este personaje (seleccionador de destinos) lo vio llegar con intenciones de ser violinista, le dijo rotundamente: “No, hay demasiados violinistas y tú tienes manos de chelista. Mira, ahí va tu profesor de chelo”. Todorov lo recuerda con risas y con aprecio: “Así fue como al otro día tenía en la mano un chelo y entraba a mi primera clase, y me alegra que haya sido de esa forma, el chelo es mi gran amor”.
Desde entonces, Stanimir Todorov estudia y se dedica al instrumento. Cuenta que la práctica no se ha hecho más fácil, siempre hay que exigirse mucho. Cada día tiene una rutina de ejercicios de una hora y media antes de empezar a estudiar, y entre sus estudios y prácticas le dedica un abundante espacio a la música de su instrumento, entreverado con música jazz, canciones de Abba, Pink Floyd, Queen, entre otros más contemporáneos y cantantes que le enseñen un poco sobre respiración y fraseo. Es un fanático de YouTube, esa “mina de oro” que le permite acceder a todas las expresiones musicales del planeta. La plataforma de videos y sus inagotables posibilidades lo hace pensar en su juventud en Bulgaria cuando, tras la cortina de hierro, sucedía todo lo opuesto; un long play traído por cualquier viajero se convertía en todo un acontecimiento.
Concierto faro para violonchelo
“El concierto de Dvorák es uno de los más hermosos, y es muy lindo para la orquesta porque tiene muchos solos de flauta y de oboe. Es uno de los conciertos faro de cuerdas”, explica Stanimir Todorov sobre el Concierto para chelo, de A. Dvorák, y en el que Todorov participará como solista este sábado 14 de febrero a las 6 pm junto a la Orquesta Filarmónica de Medellín, en el Teatro Metropolitano (charla previa a las 5 pm). “Dvorák lo escribe cuando vuelve a su país, entonces está lleno de temas checos, eslavos, y lleno de nostalgia, pero al mismo tiempo lleno de emoción por regresar”.
FilarMed presentará, adicionalmente, Romeo y Julieta, de P.I. Tchaikovsky, y selección de la suite de Romeo y Julieta, de S. Prokofiev, con la dirección musical del maestro Francisco Rettig.