Carta desde Mumbai

Hola te escribo desde Mumbai. Recuerdo llegar a la estación de tren, eran las 8 de la noche, pero los tiempos en India se sentían distintos. Embarqué en el vagón exclusivo de mujeres; me esperaban ocho horas de trayecto hasta el sur.

Hace ocho años me instalé en Medellín siendo estudiante, maestra y ahora madre. Y también hace ocho años el aire de esta ciudad se sentía diferente; lo describiría como más punzante, más espinoso con “lo otro”.

Carolina Daza
Por Carolina Daza / [email protected]

Estos ocho años han sido de encontrarme y perderme una y otra vez en este valle, mientras se ha ido gestando año tras año nuestro Humanese, un ecosistema que interconecta las artes y la espiritualidad con la ecosofía. La ecosofía descrita desde “Las tres ecologías” por el psicoanalista francés Felix Guattari, y sus tres aproximaciones: mental, social y ambiental, para desarrollar nuevos enfoques artísticos contemporáneos.

En estos ocho años de creación, mi cuerpo ha sido pez aleteando en la ingravidez del océano Pacífico, en un encuentro sorpresivo con un pez luna en las Islas Galápagos. Un cuerpo hecho caverna suspendido entre estalactitas y estalagmitas de cenotes en la Península de Yucatán. Un cuerpo que ha sido hielo en medio de bosques de algas kelp en aguas en los fiordos noruegos.

Un cuerpo hecho animal humano poroso, penetrable, y abierto a “lo otro”. Eso otro que es misterioso, que es viscoso y que siento nos permitirá navegar la variabilidad climática que nos acecha.


La viscosidad ecológica se entiende como esa condición pegajosa de la ecología que posibilita la evolución de las especies, integrando no sólo la biológica sino también la cultural. Una condición de la vida que intercambia fluidos, secreciones vitales para el equilibrio de la biósfera, pero que también intercambia ideas y visiones del mundo.
La porosidad de nuestras pieles animales nos recuerda que somos un solo órgano sensorial, y desde aquí se despliegan un sinfín de posibilidades en el ser, en el encuentro con “lo otro”, en entendernos y entender el mundo que nos rodea.

La ecología hace visible esa condición pegajosa, de la cual no podemos huir, aún si intentamos escapar a otro planeta. Nuestros cuerpos animales están compuestos de otros cuerpos, y así lo micro y lo macro, lo de adentro y lo de afuera está en constante intercambio de fluidos. Sabemos que dependiendo del lugar donde habitamos nuestras pieles cambian; hay densidades y amplitudes variadas en los vasos sanguíneos para regular el funcionamiento del corazón, la temperatura y la manera como se regula el cuerpo, como lo metaboliza todo. Asimismo, dependiendo del lugar donde vivimos, hay normas sociales diversas, que implican programaciones sociales distintas.

Recuerdo estar en ese tren, sin saber si era de noche o de día; las líneas férreas sonaban fuertes arrullando a este cuerpo que dormía entre colores de saris, el vestuario tradicional indio. Se sentía el olor de las masalas, la mezcla de las especias penetrar cada poro de mi ser.

Y tú, cuéntame, ¿qué te sorprendió de “The Milk of Dreams”, la 59ª Bienal de Venecia?

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