Se dice que el sentido común es el menos común de los sentidos. Esta afirmación sí que cobra vigencia con la reciente pretensión de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos (SAI) de condecorar al ingeniero Álvaro Villegas Moreno, cabeza del grupo constructor CDO, desde hace 14 meses en el ojo del huracán por el trágico colapso (12 víctimas) de la torre 6 del conjunto residencial Space.
Defrauda que un gremio, uno de los referentes que tiene la sociedad para conducirse y apalancar el orden, dé un mensaje tan arrogante y contrario al ordenamiento y sentir ciudadanos. No es lógico que se pretenda encomiar precisamente a aquellos que hoy no son el mejor referente para destacar.
La sociedades ordenadas establecen símbolos y rituales, así como sanciones, que ayudan a marcar pautas de comportamiento ciudadano. Son tan importantes los rituales que incluso las normas educativas le permiten a un colegio no proclamar a un alumno como bachiller. Privarlo de este ritual es una sanción social simbólica, una manera de decirle que pese a pasar el año tiene que revisar su comportamiento.
Así las cosas, la SAI quería desconocer, a la fuerza, la sanción social que ahora recae sobre CDO, mediante un ritual que invertía el sentir ciudadano. Por eso no cesan las expresiones de desconcierto ante esta salida en falso del respetado gremio, un desacierto que a nadie cabe en la cabeza, a juzgar por las incontables reacciones en las redes sociales, el pronunciamiento airado del ministro de Vivienda –quien lo consideró como una afrenta a la sociedad y a las víctimas– y la protesta de algunos de los afectados por las deficiencias en las construcciones de CDO; ni al mismo exalcalde, exgobernador, excongresista, expresidente de la SAI y constructor Villegas, quien, más que orgulloso por la deferencia, debió de haberse sentido incómodo. Este, a la par con el arquitecto Laureano Forero (diseñador de Space), quien también iba a ser condecorado como “Presidente Honorario” de la SAI, declinó el ofrecimiento minutos antes de realizarse el acto. “Por no considerar oportuno este reconocimiento –expresó Álvaro Villegas en su carta a la SAI– comedidamente le solicito abstenerse de hacerlo, pues aunque esto obedece a una costumbre, en mi caso no lo tomaría la opinión pública como el reconocimiento a una labor por mi gremio, sino que lo confundirían con las dificultades que han afectado a quienes laboraron o fueron afectados por el edificio recientemente demolido. Por lo tanto, queridos colegas, con el ánimo de no perjudicar a la SAI en su vida futura, les ruego borrar mi nombre del título Presidente Honorario de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos”.
La SAI aceptó la renuncia de Villegas y Forero al homenaje y respondió: “La Junta Directiva de la SAI acepta y acata esta decisión, no sin antes reiterar su más profundo agradecimiento por la exitosa labor que durante tanto tiempo han realizado los mencionados profesionales a beneficio del gremio”.
“Tienen ojo para un sucio”, como dice otro viejo refrán.