Este lugar, es uno de los más bonitos del centro de Medellín, y tiene una historia que va más allá de la cronología de los años. Además de abrir sus puertas a actividades variadas, ahora sus libros, personas y juegos de mesa salen a la plazuela, a las calles, y cuentan una historia de puertas hacia afuera
Los lugares hablan de sus guías. Este lugar que se levantó hace 218 años, sigue su historia de la mano de un equipo de personas liderado por Sergio Restrepo. Este hombre fue el encargado de quitar las rejas cuando fue el director del Teatro Pablo Tobón Uribe; el mismo que cree en la libertad, y está convencido que todos somos parte de lo mismo. Ahora, y mientras este edificio se transforma como parte de sus obras actuales, cuenta que el propósito del Claustro es lograr “que esté al servicio de la gente, en los próximos 200 años” y que “las puertas siempre estén abiertas”, dice.
Sergio Restrepo también explica que actualmente hay tres patios que están descubiertos y siguen en funcionamiento. Su cercanía a Pichincha y Girardot enfrenta este lugar a una realidad a la que “no queremos estar de espaldas”. Por esta razón, el Claustro ya llega a los caminantes, a la gente de paso o los habitantes de rutina. Esto es posible con su biblioteca y Café Bohemio de Clausura (una alianza entre el laboratorio del café y La Pascasia); ahora los libros y los juegos están no solo en este edificio lleno de patrimonio e historias sino también en la plazuela.
Libros en las calles
Sobre esta posibilidad de que ahora los libros salgan a la calle, habla Yalila Pérez, facilitadora de la Biblioteca del Claustro: “las bibliotecas Comfama inician con la idea de prestar un servicio desde la educación y el conocimiento; en los últimos años el concepto general de biblioteca cambia, donde no solo es esperar que el usuario venga para prestarle un servicio, que es un libro, sino que se ha pensado que la biblioteca impacte los territorios. No esperar que el usuario venga sino llegar hasta el usuario”.
A través de estas acciones, la gente del Claustro de Comfama trabaja para ser parte del lugar al que pertenece: “queremos estar cerca a la gente, construir de manera conjunta, aprender a identificar con agudeza cuáles son las necesidades, cuáles son los intereses y ¿por qué no? leer y escribir nuevas historias juntos”.
El Claustro está en obra. La primera fase corresponde a ese espacio donde se presentó la primera obra de teatro, en 1922, en Antioquia: “El triunfo de la inocencia”. El trabajo de intervención del edificio del subsuelo, en su historia, en su memoria, de los espacios para acondicionarlos y estar al servicio de la gente en los próximos 200 años nos lleva a pensar que las respuestas siempre tienen que estar abiertas. La primera fase es el patio techado. Los otros tres patios que están descubiertos están abiertos y siguen en funcionamiento. Desplazar el público hacia los ingresos: Pichincha y Girardot nos pone en una realidad frente a la plazuela en la que no queremos estar de espaldas. Biblioteca y Café Bohomia de Clausura (una alianza entre el laboratorio del café y La Pascasia) están en la plazuela con juegos, libros y con el espacio público. Nos lleva a pensar que la sana