Esta edición 822 trae una imagen creada por personas que pertenecen a este lugar donde la creatividad, la innovación y el amor hacen parte de su filosofía y propósito. Este sitio nos demuestra que todos podemos hacer arte y aportar al mundo.
Para cerrar el año de una forma distinta y también festiva, Vivir en El Poblado le pidió a Casa Carlota realizar nuestra última portada del 2021. En ella vemos a un grupo de músicos y en medio de un ambiente colorido. Como suele ocurrir con el arte o la literatura, a cada uno corresponde la interpretación, otorgar significado o completar esta portada que nos alegra compartir con ustedes.
A lo largo de los últimos seis años, Casa Carlota se ha convertido en un referente de diseño, innovación y creatividad, en Medellín. Diseñadores profesionales y estudiantes, ilustradores, creativos con autismo y síndrome de Down, personas nacidas en otras ciudades y con gustos variados son las encargadas de ofrecer soluciones de diseño innovadoras y creaciones a empresas distintas y conocidas en Antioquia. Sus líderes dicen haber comprobado que al mezclar formas diferentes de pensar se obtienen “resultados sorprendentes y disruptivos”. También han realizado talleres donde dicen haber descubierto que nadie sale igual a como entra. Esto es posible gracias a un “equipo neurodiverso” que tiene una mirada distinta y es capaz de proporcionar resultados satisfactorios y auténticos.
6 años de experiencia empresarial les ha permitido desarrollar un estilo propio, honesto y potente.
Cómo perder el miedo, innovar o trabajar mejor junto a otros hace parte de su sabiduría. Campañas, estrategias, empaques, vestuario o formas de comunicar un mensaje donde las personas estén incluidas y sean valoradas son algunas de sus fortalezas.
Así describe La Casa de Carlota nuestra portada
“Los músicos, una obra creada por la Casa de Carlota en acrílico como técnica. De izquierda a derecha se plasman tres entidades con distintos instrumentos; el primero de este orden tiene un cuerpo compuesto por cuadrados azules, blancos, negros y rojos en armonía singular, toca la flauta, porta un sombrero y tiene una barba dibujada por dos cuadrados que enmarcan un bigote. El siguiente toca el ukelele, porta una boina, su rostro está pintado de azul, y una barba en forma de curva se destaca; el torso está compuesto por una textura en L de cuadrados amarillos y rojos, un rectángulo negro con una línea que sobresale hacia abajo traza una pierna. El último es el vocalista, definido por un rectángulo negro, su rostro es un cuadrado blanco, usa sombrero en punta y sostiene un elemento rojo. Otras figuras se encuentran próximas en azul claro y blanco, este último con un patrón de cuadrados y puntos que conforman una textura. En el fondo la obra está configurada con pinceladas amarillas y rojas, una paleta de cálidos que enmarca el momento”.