¿De quién es la responsabilidad de resolver los graves problemas ambientales del planeta? No es solo de los jóvenes, porque todos estamos montados en la misma nave.
En las pasadas elecciones a alcalde asistí a un debate entre varios candidatos, enfocado en temas ambientales. La mayoría de los asistentes eran jóvenes.
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Una de las secciones del debate consistía en hacerle una pregunta diferente a cada candidato. A uno de ellos le preguntaron: considerando el gran impacto ambiental que tiene cierta actividad, ¿consideraría la posibilidad de adoptar un estilo de vida que no la incluya o que la reduzca considerablemente? Su respuesta fue: “Yo ya estoy muy viejo para eso”.
En realidad, decir eso no es grosero, ni hostil, ni da señales de cosas malas. Sin embargo, yo creo que ese candidato, ahí, perdió a muchos de los asistentes. Yo estoy ya por fuera de ese grupo que considero joven, pero trataba de pensar como ellos o recordaba cuando yo mismo lo era. Y me preguntaba: ¿de quién es la responsabilidad entonces de arreglar este desorden en el que estamos? ¿Solo de los jóvenes? ¿Son ellos quienes tienen que cambiar? Y cuando se vuelvan mayores, ¿tampoco cambiarán lo que haya que cambiar? ¿Cuánto más seguiremos dejándoles la responsabilidad a los otros?
La conocida –aunque ya un poco vieja– definición de desarrollo sostenible del informe Brundtland (1987) reza: “Aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”. Yo veo desde entonces un reconocimiento explícito de la obligación que tienen las generaciones presentes con las del futuro; de pensar en ellas y de apoyarlas. Es lo que se llama justicia intergeneracional. “Yo ya estoy muy viejo para cambiar”, en muchos casos, es para mí una profunda contradicción de este principio.
Cambiar no es fácil, eso ya está más que claro. Lo complicado es que no tenemos opción. Y decir “yo no cambiaré, cambie usted” es un mensaje de abandono muy fuerte a las generaciones futuras. Ellas están cambiando, pero es que en esta nave espacial estamos montados todos. De hecho, son las generaciones pasadas, es decir, los viejos que no quieren cambiar, las que causaron el problema. Lo más complicado es que cada vez son más los viejos. Esto es una tendencia en la mayoría de países del mundo. Creo que pueden ver el problema.
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Sé que muchos no quieren escucharlo más, pero tenemos que cambiar. Sí o sí. Por ahí hay una caricatura del planeta Tierra con un letrero que dice “cambian o cambio”. Aunque muchos lo tenemos claro hace mucho tiempo, se está haciendo evidente para todos cuál cambio nos conviene y cuál no. Que la sabiduría que muchas veces acompaña a los años sea la que marque el mejor camino, pero caminándolo.