Esta es su novena o décima visita a Medellín. Alexis Cárdenas, el violinista venezolano que hoy es concertino de la Orquesta Nacional de París, es también uno de los integrantes del grupo de música popular llamado Recoveco. Sus otros cuatro integrantes son: dos manizalitas que dejaron su natal Caldas hace más de 30 años para convertirse en músicos clásicos –Francisco González en la guitarra y Nelson Gómez en el guitarrón– y los venezolanos Ricardo Sandoval –en la mandolina y el cuatro– y Rafael Mejías, en la percusión. Desde hace 18 años producen música latina en la que integran ritmos de sus diversos pasados y antecedentes musicales, siempre de la mano de la improvisación.
“Hacemos música tradicional evolutiva latinoamericana”, así lo define Alexis. Tradicional con mezclas de ritmos desde Argentina hasta México. Lo interesante para él y sus compañeros de Recoveco, es poder tener un espacio donde demostrar esta faceta, diferente a la música clásica y al mundo de su formación académica. “En Europa es muy difícil hacer eso. Una persona que se dedica al mundo clásico no se atreve a hacer jazz, por ejemplo. Las etiquetas son una de las desventajas del primer mundo”, dice el violinista. En parte, por eso disfruta tanto venir a Colombia y en especial al Festival de Música Internacional de Medellín (Fimm), que se celebra del 29 de agosto al 12 de septiembre, y en el que el grupo tuvo una clase maestra y dos presentaciones.
“Me parece una programación súper interesante y novedosa”, dice Alexis. “Nos permite mostrar esas facetas de nuestra identidad”. La ocasión también les permitió a Cárdenas y al grupo asombrarse con el talento local: “Quedamos sorprendidos de cómo la orquesta (Filarmed) está subiendo de nivel, de cómo tiene una súper disposición para hacer música y de la cantidad de gente joven, cosa que es difícil de encontrar en Europa. Para mí, la orquesta es el reflejo de esa juventud colombiana que tiene toda la energía para cambiar las cosas”.
Esa juventud la pudo apreciar de cerca el grupo Recoveco en la clase maestra que dieron a estudiantes de Música. Para Alexis, esto es una de las cosas más importantes de su profesión. “Necesitamos mucha más colaboración que competencia, por eso siempre que voy a algún lugar trato de dar una clase”. En este caso, la clase con el grupo Recoveco estuvo enfocada en la improvisación, algo en lo que Cárdenas se ha vuelto un experto. “La improvisación se perdió en la formación del músico de Europa. Mozart, Beethoven y todos los grandes improvisaban, pero eso desapareció en el siglo 20 con la democratización de la formación musical, y tenemos que retomarlo”. Explica el concertino que ese espíritu de las parrandas, y todos los encuentros espontáneos latinos en torno a la música, deben ser explorados por los músicos académicos para desarrollar las técnicas de improvisación en la música clásica, pero siempre con identidad. “Tú puedes estar en todas las universidades, conservatorios y orquestas del mundo, pero tu instrumento tiene que tener tu identidad; en mi caso, el violín tiene que sonar maracucho”.
Sin embargo, aliar el virtuosismo académico a la improvisación y la espontaneidad de la música popular no siempre es sencillo. Alexis cree que aunque es importante para los músicos “ponerse la peluca para tocar a Mozart”, es decir, entender la época y el contexto para interpretarlo bien, “es difícil ponerse un día la peluca y otro día la camisa tropical de (Dámaso) Pérez Prado. Pero eso somos los latinos: un coctel impresionante de fusiones y mezclas, y no deberíamos tener ningún miedo a ponernos la camisa tropical o el liki liki cuando tocamos Beethoven”.
Alexis, radicado en Francia, siempre tiene en mente a su patria y su procedencia latina. Dice que venir a este lado del planeta le permite cargarse de energía y de afecto. “Yo me siento en este país, realmente, en mi casa. El público es maravilloso y Colombia y Venezuela son como mellizos, con sus diferencias pero con muchas similitudes, y por el hecho de que me cuesta mucho ir a mi tierra, por razones que todo el mundo conoce, necesito venir a Colombia, a mi segunda patria”. Venezuela, sin duda, es uno de los paradigmas latinos en la música orquestal con el trabajo del maestro José Antonio Abreu. “El éxito del sistema venezolano es la continuidad de un hombre que era un genio de la política, y que logró preservar ese proyecto durante 40 años; eso parece imposible en Latinoamérica cuando cada cuatro o cinco años cambia el gobierno y hay que volver al principio de los proyectos musicales”, dice Cárdenas, pero su optimismo se enfoca en Colombia. “Tengo mucha fe en lo que está pasando en la música en este país, no es por casualidad que ustedes tienen ahora al violinista Julián Gil Rodríguez en la Orquesta Sinfónica de Londres, la más importante del planeta”.