/ José Gabriel Baena
Mañana viernes 15 celebra la iglesia católica la Asunción al cielo en cuerpo y alma de Nuestra Señora la Virgen María. ¡Maravilla entre las maravillas! Pero, de manera más misteriosa, este artículo lo estoy escribiendo el jueves 7 a mediodía, acabando de leer en un diario bogotano una nota titulada “La nueva asunción de Juan Manuel II”. Bueno, no es un error: asunción es el extraño sustantivo que denomina la acción y efecto de asumir (cualquier vulgar cargo), y también aplicable, según la Academia, al “acto de ser ascendido a una de las primeras dignidades, como el pontificado, el imperio, etc.”, y, la mejor de todas, es su definición como “elevación del espíritu”. ¿Tendrá Juan Manuel II un espíritu elevado? Dirán ustedes.
Y así, de asunción en asunción los vientos de agosto me llevan de poética manera automática a La resistible asunción de Arturo Ui (en alemán: Der aufhaltsame Aufstieg des Arturo Ui), una de las tantas obras teatrales del alemán Bertolt Brecht que nos tuvimos que tragar como sapos indigestibles durante las feroces revueltas universitarias de los 70. La red la resume como “el ascenso al poder de un oscuro personaje del decenio de los 30, y sus intentos de controlar el negocio de la protección -mediante la extorsión- de la venta de coliflor a través de la eliminación despiadada de toda oposición”. ¿Por qué me suena tanto como a cosa conocida y/o conexa? Otro misterio.
Ahora sospecho que “Juanpa” les va a dar muchas telas que cortar a las tolas y marujas de los próximos cuatro años. Como me las ha dado a mí con la vergonzosa sumisión que los tres diarios más importantes del país mostraron estos días ante un señor que vino de España a la Asunción: genuflexos, ensayaron los erráticos tratamientos de “Su Majestad”, “El Rey”, “Don Juan Carlos I de Borbón y Parma Rey de España”, “Abdicado Rey Juan Carlos” (¡!), entre otros, para ese ciudadano que literalmente no ostenta ningún poder en ese país desde mediados de junio, y que sin embargo fue el invitado principal a la ceremonia. En la suntuosa cena que ofreció Santos a 127 delegaciones, dijo en el brindis que el señor Borbón había “marcado con su reinado la historia del mundo” (¡!) ¿Sería, entre otras cosas porque, como no podía dejar de recordarlo, Su Sacrarrial Majestad le entregó el Premio de Periodismo Rey de España en 1985, nadie se acuerda por qué? El pensamiento colonizado que nos agobia durará eternamente. Lo cual me lleva también como cometa, pero esta vez para bien, a la sí fructífera Visita de gobierno que nos hizo a Antioquia el Oidor Mon y Velarde entre 1784 y 1788, de la cual dejó “suscinta relación” con un descarnado diagnóstico de nuestro perezoso pueblo. Nuevamente la nube nos dice: “Restableció el orden público en la Provincia, organizó la rama judicial, las rentas de aguardiente, degüello y tabaco, las vías de comunicación, impulsó minería, agricultura y colonización. En las ciudades de Antioquia y Medellín estableció escuelas, hospitales, desagües subterráneos, matadero público, puentes, entre otras obras”. Un hombre prodigioso. Pero de lo que más me acuerdo finalmente es de cuando dice que el Cabildo –o Concejo Municipal- debe ser siempre en sus actos y actas “el Cuerpo Místico de la República”. Léase dos veces: ¡“El Cuerpo Místico de la República”!. Remito a ello a nuestros actuales concejales, que con el POT y otros asuntos de calibre tendrán mucha tela que cortar hasta noviembre y no propiamente celestial.
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