Desde una portería de El Poblado, esta base de datos humana deslumbra con su capacidad memorística y conocimiento de esta música colombiana
Tal vez usted no oiga vallenatos, o no le parezca una gracia saber que el mango de la plaza Alfonso López Pumarejo, célebre epicentro del Festival de la Leyenda Vallenata, fue sembrado el 7 de agosto del año 1937. Puede que lo tenga sin cuidado saber cuál fue la fecha de nacimiento de Juancho Rois, la primera grabación de Poncho Zuleta o el número de canciones escritas por Leandro Díaz. Pero para Wilfredo de Jesús Rosales estos datos son felicidad y ejercicio. En cada rincón de su cerebro y en cada conexión neuronal vibra una nota de música vallenata con datos históricos de este folclor colombiano.
¿Por qué? Porque le gusta y tiene una memoria prodigiosa. Hace muchos años se dio cuenta de ello cuando, trabajando como portero en un edificio, se dañaron los citófonos y se aprendió de memoria los 250 teléfonos de los residentes de la unidad y las placas de los 300 carros que allí entraban y salían diariamente.
El amor por el vallenato sí lo descubrió muchos años antes. De hecho, lo debe a su padre, un campesino agricultor de Sincé, Sucre, que cruzaba la frontera con Venezuela para trabajar. A su regreso, un día, le llevó al pequeño Wilfredo un casette con las canciones de Tierra de cantores, de los hermanos Zuleta, y Los elegidos, del Binomio de Oro. Con eso tuvo Wilfredo para seguirle encargando al papá más producciones de este género, canciones viejas y contemporáneas, todas las que se encontrara.
Pero muchos años después, cuando en la portería de aquel edificio descubrió las posibilidades que le ofrecía su memoria, empezó a examinarse a sí mismo, descubriendo qué tantos datos tenía almacenados sobre compositores, cantantes, producciones y acordeoneros. Lo que encontró lo deslumbró pero no lo suficiente para dejarlo así. Empezó a estudiar, a revisar sus más de 200 discos, colecciones de afiches y recuerdos hasta tener una base de datos que le mereciera ser llamado “La Biblia del Vallenato”.
Ese apodo se lo puso un amigo suyo, sorprendido por tantos datos almacenados, y desde entonces le han dicho así sus conocidos y quienes se enteran de su existencia. Por ejemplo, el periodista Ernesto McCausland, quien lo llevó a Valledupar para darlo a conocer en el medio que más lo pudiera apreciar. “A él le debo mucho”, dice Wilfredo, “es muy difícil entrar a Valledupar con ese remoquete tan desafiante porque ese es el templo del vallenato y allá hay mucha gente que sabe”. Desde entonces ha participado en conferencias en universidades y, por supuesto, en festivales como el de Cuna de Acordeones, Francisco El Hombre, y como lo hará por estos días en el Festival de la Leyenda Vallenata. A ellos asiste como invitado, en ocasiones como jurado pero, sobre todo, demostrando sus conocimientos y su habilidad.
Eso es lo que más le gusta a Wilfredo, desplegar su memoria ante un público y seguir aprendiendo en estos encuentros, que también le permiten visitar su tierra nativa. De Sincé, municipio donde nació, se fue a los 18 años. Si inicialmente creyó que podría ser cantante de vallenato, luego entendió que la vida le pedía sustentar a sus padres y buscar mejores oportunidades en una ciudad como Medellín. Tal vez podría estudiar, pero luego, aquí, conoció a su esposa, nacieron sus hijos y con ellos las responsabilidades inmediatas.
Sin embargo, no deja de disfrutar su pasión por la música mientras cumple sus turnos de vigilancia en la portería del edificio Leonardo Da Vinci, en Patio Bonito, oficio que realiza hace 24 años. Goza con la posibilidad de escribir un libro en el futuro con todos los conocimientos que ha recopilado, “se va a llamar Memorias vallenatas”, dice con gusto. Y goza, sobre todo, con las menciones que le han hecho algunos cantautores en sus canciones. El Chiche Maestre lo saluda en No canto más, así como Farid Ortiz, en Abrázame fuerte, y Alfredo Gutierrez, en La Espina. “Poncho Zuleta, si Dios me lo permite, me va saludar”, dice Wilfredo con entusiasmo.
Con entusiasmo también se deja hacer un corto examen sin ayudas ni trampas, todo de memoria:
¿La primera canción que grabó Diomedez Díaz?
“El chanchullito, salió el 24 de septiembre del 76 en Herencia Vallenata y dura tres minutos con 43 segundos”.
¿Dónde nació Alfredo Gutiérrez?
“Sabanas de Beltrán, Los Palmitos, Sucre, el 17 de abril de 1940 y se coronó tres veces rey del Festival de la Leyenda Vallenata en los años 1974, 1978 y 1986”. ¿Cuáles han sido los últimos 13 reyes vallenatos? “En orden desde el año 2000: José María Ramos Jr., Álvaro Meza Reales, Navín López Araújo, Ciro Meza Reales, Harold Rivera…”