Aline Rahbany, joven libanesa, integrante del World Vision International, Middle East and Eastern Europe
Un total de 800,000 Tutsis y Hutus fueron asesinados en 1994 durante el genocidio que duró 4 meses en Ruanda tras el asesinato del presidente Juvénal Habyarimana.
Esta semana se conmemoró, dentro del Foro Mundial Urbano, los 20 años de esta tragedia que impactó al mundo.
El director ejecutivo de UN-Habitat, Joan Clos, y la ruandesa, directora ejecutiva diputada de UN-Habitat, Aisa Kirabo, hicieron parte de la conmemoración con flores y luego con la participación de la doctora Kirabo en la conferencia Youth In Post Conflict (La Juventud después del conflicto)
< Directora ejecutiva diputada de UN-Habitat, Aisa Kirabo, en la conmemoración de los 20 años del genocidio en Ruanda. Fotografía UN-Habitat
La charla tuvo apertura con la participación de Saada Abdulraqeeb Abdalallah, una joven mujer de Yemen quién documentó cómo a Revolución yemení (una serie de revueltas callejeras que en su primer día unieron a más de 16.000 personas en la capital de Yemen y acabaron derribando el gobierno) transformó su vida y la de muchas otras personas, especialmente de mujeres. Si antes no tenían acceso a salud, educación, empleo, participación en política y eran obligadas a casarse antes de los 11 años, hoy gozan, en mayor medida, de estas facultades. “Lo importante es tomarnos nuestros derechos, hay que exigirlos”, concluyó la yemení.
Para Aline Rahbany, de Líbano, la tensión en su país es permanente con los refugiados sirios y con las relaciones con Israel. Según la joven no existe una definición clara de lo que significa post conflicto. Sin embargo, explicó cómo grupos de jóvenes en su país se unieron para la reconciliación y como respuesta a esta tensión y a los prejuicios que existen entre diferentes grupos culturales y que son pasados de generación en generación.
“Aprendimos cosas importantes”, cuenta Rahbany. Entre estas la necesidad de movilizar a la juventud para que esté expuesta a otros jóvenes y otras personas diferentes a su clase, cultura y capacidad económica. Así, dice la libanesa, pueden entender cómo son todos mucho más similares de lo que creen. Agregó que no es necesario proclamar que se trabaja por la paz; cualquier actividad productiva y social que se haga con la juventud es un camino de paz. Recordó también que la juventud no está esperando a que vengan ONG´s ni gobiernos extranjeros para hacer algo, quieren ensuciarse la manos y trabajar.
Madina Saidi, una joven de 16 años de Afganistán, presentó como modelo de desarrollo y participación juvenil después de la invasión estadounidense, al parque Skateistan de su país. En este espacio los jóvenes pueden montar en patineta. Niños y niñas, grandes o pequeños, asisten al Skateistan todos los días. “Vienen para patinar y luego se quedan para actividades escolares, talleres de multimedia, otros deportes y actividades de diálogo sobre el conflicto”.
La doctora Kirabo cerró la sesión comentado que “es evidente que cada vez más el conflicto es en espacios intraurbanos y no entre fronteras. Debemos integrar a los jóvenes, entender por qué ha sucedido lo que ha sucedido. Debemos escuchar a los jóvenes, ellos quieren gozarse la vida pero serán responsables si se lo permitimos”.
Finalmente dejó unos consejos para los jóvenes panelistas y asistentes: “El futuro les pertenece. Escuchen el doble de lo que hablan. Se pueden sentir pocos en números pero en términos de propósitos son la mayoría. Ustedes son mi gran inspiración por ese espíritu atrevido”.