Antociano. Bentonita. Calicata. Empiraumáticos. Filoxera. Gamay. Hiperosmia. Ionona… y así me puedo ir hasta la zeta, en este minidiccionario, y seguro usted quedará más confundido. Porque entender de vinos es complejo. Entre más uno descubre, luego más lejos se siente de dominar ese mapa infinito: Lagar. Nabucodonosor. Quercetín…
Pero, tranquilo, una cosa es entender el vino y disfrutarlo y otra es ser enólogo (estudia el cultivo de la vid y la elaboración de vinos). Para ir menos a la ciega copa tras copa y gozar con vista, nariz y gusto, algo hay que leer, las etiquetas y las contraetiquetas, libros, blogs, también diccionarios especializados, y mucho hay que descorchar, con criterio.
Entonces le propongo este ejercicio de descubrimiento, para entender y antojarse un poco más, ejercicio basado en cuatro variedades fáciles de conseguir y con diversidad de precios: Carmenere, Malbec, Sauvignon Blanc y Torrontés.
Para elaborar vinos hay disponibles en el mundo 1.368 variedades, entonces estas cuatro le pueden parecer una muestra más que corta, pero si domina las dos tintas y las dos blancas referidas, tendrá un buen punto de partida para explorar la Bonarda, la Viognier, la Maturana…
¡Vamos pues! Son tintas, pero Carmenere y Malbec cuentan historias diferentes. La primera da vinos de aromas que recuerdan el pimentón o la tierra antes de que caiga el agua lluvia. La segunda es mora y violeta. La Sauvignon Blanc despierta piña, mango y maracuyá en el olfato; la Torrontés es fabulosa para quienes adoran el lichi. De eso se trata: de reflejar en el vino nuestros gustos y de encontrarlos expresados en la copa.
Sigo: Carmenere es reflejo del suelo y del talento chilenos. No lo compre de otro origen. Y con el Malbec ocurre lo mismo: Chile y Francia lo elaboran, pero de estos tintos lo mejor vendrá de Argentina, ojalá de Mendoza ¿Cómo dominar todos esos datos en el momento de compra? ¡Leyendo la etiqueta!
El vino Torrontés también es mejor si viene de Argentina, para mayor precisión de Cafayate. Y en Sauvignon Blanc hay dos opciones: si lo quiere bueno, elija un chileno; si lo quiere espectacular, siga la corriente mundial que señala como el reino a Nueva Zelanda.
Como el vino es comida, más que otras bebidas, lo antojo: Carmenere va con guiso de carne de res, con verduras asadas, con platos orientales especiados. Malbec es el gran aliado de un asado, de pastas con salsas rojas, de pizza con queso de cabra y rúgula, con chorizo paisa. El Torrontés es buena pareja de la comida china y del sushi, también de platos picantes, mientras el Sauvignon Blanc hace matrimonio con ceviches, ostras, carpaccio de res y ensalada César.
Haga estos ejercicios. Vista, olfato y gusto y luego la combinación con comidas. Y leer. Hay plan para rato. Luego nos ponemos con la Syrah y la Cabernet Sauvignon, con la Chardonnay, con los rosados…
[email protected]