Juegos pirotécnicos, pólvora y globos llenan los cielos del Valle de Aburrá y algunos municipios de Antioquia el primero de diciembre. La noche del 30 de noviembre se llena de detonaciones para inaugurar las fiestas de fin de año.
La alborada, que algunos sectores de la sociedad tildan de tradición, es una práctica que nació 20 años atrás, cuando el entonces jefe del bloque paramilitar Cacique Nubitara, Diego Fernando Bejarano Murillo, alias don Berna Diego, daba la orden de tirar pólvora en Medellín.
John Wilson Osorio, jefe del departamento de Humanidades de la Universidad CES, recuerda que “Y ese primer día de diciembre de 2003, finalmente, se desmovilizaron los bloques de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC. Acá en Medellín, en particular el Bloque Cacique Nutibara; una entrega que se hizo desde los acuerdos con el gobierno en ese momento, el del presidente Álvaro Uribe Vélez”.
Para John Wilson, en aquel entonces Don Berna, con la pólvora y juegos pirotécnicos que cundían en Medellín, dijo: “Yo soy el dueño de Medellín, yo mando en el territorio. Nos desmovilizamos, pero seguimos mandando en Medellín”.
Las estructuras que dejo el paramilitarismo en la ciudad, que incursionaban en el narcotráfico, evolucionaron en grupos organizados con jerarquías, como la llamada Oficina de Envigado.
Respecto a qué puede implicar que se siga celebrando la arbolada, el profesor John Wilson apunta: “Y es muy triste, porque con la alborada, a partir de ese momento, lo que estamos celebrando son los años de la desmovilización de las autodefensas, y que estos sigan manteniendo control en muchos territorios del municipio de Medellín”.