Don Conrado González Mejía marcó la educación en Antioquia. Su aporte como formador de maestros y de varias generaciones de jóvenes sigue cosechando frutos
Si viviera, don Conrado González Mejía, fundador del colegio que lleva su nombre, cumpliría 100 años el próximo 27 de agosto. Pero su legado está vivo y su natalicio será celebrado por su familia y por Eafit en este claustro universitario.
El homenaje será el lunes 27 de agosto en el auditorio 125 del bloque 38, de 10 am. a 1 pm. Cuenta su hija, Margarita González López de Mesa, que el acto empezará con una Eucaristía celebrada por otro de los cinco hijos de don Conrado y doña Margarita López de Mesa, el padre Jaime, quien vive en Cuba; también habrá un concierto coral, una muestra fotográfica y, al cierre, el foro Maestro de Maestros, en el cual participarán tres personas que conocieron al gran educador y que se sintieron tocados por él: Juan Luis Mejía, Gabriel Jaime Arango y Pilar Velilla.
“Escucharlo era un deleite”
Conrado González Mejía nació en 1912 en el municipio de San Pedro de Los Milagros. En su biografía sobre don Conrado, destaca Juan Luis Mejía, rector de Eafit, que fue uno de los alumnos más brillantes de la Escuela Normal Superior de Bogotá, donde se graduaban quienes se convertirían en los grandes maestros del país. Egresó en 1937 de la sección de Pedagogía, con honores, y viajó a París a perfeccionar sus estudios, sobre todo en pedagogía moderna, gracias al apoyo del profesor Luis López de Mesa y a una beca otorgada por la Alianza Francesa.
A su regreso a Medellín empezó a formar maestros en la Normal Superior con su gran amigo Miguel Roberto Téllez, pedagogo santandereano, con quien en el año 49 fundó el Instituto Jorge Robledo, el primer establecimiento de educación laica en el departamento. Años más tarde, en el 63, fundó con su hermano Humberto un nuevo colegio: el Conrado González.
“Siempre tuvo la sencillez de un sabio. Escucharlo era un deleite”, agrega Juan Luis Mejía sobre este miembro de la Academia de Historia que repetía el Quijote de memoria, dominaba el latín, el francés y el castellano, trabajó como editor de la Editorial Bedout y escribió y tradujo numerosos textos de pedagogía, entre otras cosas.
Hasta con su matrimonio se distinguió don Conrado. Compartió casi seis décadas con su esposa, la pedagoga Margarita López de Mesa, quien lo apoyó en todos sus proyectos. “Ella, como mujer visionaria y pujante, le incitó a tomar las decisiones que en uno y otro caso (la fundación del Jorge Robledo y del Conrado) fueron después de largos desvelos”, dice Margarita en un escrito sobre sus padres. Así mismo, resalta que fue ella quien lo impulsó para irse a Francia y a Bogotá a adelantar estudios, mientras ella asumía las riendas del hogar e indirectamente las del Colegio.
La muerte no los separó
Pero sin duda el gran amor y la unión que caracterizó a esta pareja se manifestó como nunca el día en que dejaron este mundo. Se murieron, de muerte natural, con 40 minutos de diferencia. “Mis padres decidieron marcharse juntos”, recuerda Margarita que pensó ese 19 de enero de 1995, cuando entró a la Catedral Metropolitana, atestada de familiares, compañeros, amigos, discípulos, periodistas y curiosos, y vio los dos féretros, uno al lado del otro, cubiertos por banderas de Antioquia y del Instituto Conrado González, cercados de arreglos florales. “Mucho tiempo pasó para entender que ninguno de los dos habría sobrevivido sin el otro”, concluye.
Ahora, frente al cumpleaños de don Conrado González el próximo 27 de agosto, resume el rector de Eafit: “Creo que la mejor celebración que podemos hacer en su centenario de nacimiento, es revivir su ejemplo. Convertir sus principios en un acto cotidiano. Que quienes le conocimos realcemos su nombre con su entrega y revivamos el ejemplo de un maestro que encontró en el conocimiento la más alta razón de existir”.