Es un digno escenario para una película de terror hollywoodense. Solo pararse en frente, justo antes de abrirse la reja blanca de lo que años atrás fuera la portería, estremece. Muchas veces, solo de paso, nos hemos acercado a él; de manera rápida lo hemos mirado y por instantes ha vuelto el recuerdo de la cruenta guerra del narcotráfico, pero pasamos de largo y al llegar a la Avenida de El Poblado, los cientos de carros que circulan, los buses que aceleran, los taxis que se atraviesan, el vendedor de cds, los transeúntes que de manera desesperada tratan de cruzar la concurrida vía, nos hacen olvidar de Escobar y una de sus herencias: el Edificio Mónaco.
Un espacio sobrecogedor
Otra cosa es saber que se va a entrar al Mónaco. Al cruzar la reja de la portería, que amablemente abre un agente de la Policía Nacional, una sensación de pesadez nos abruma. Es inevitable mirar hacia los lados, hacia arriba, luego hacia el frente y de nuevo hacia un costado… Entonces a mano derecha aparece lo que queda de la “piscina”, en su momento uno de los muchos símbolos de la opulencia: es un “sapero”, un charco verde, el paraíso de los zancudos; con razón los vecinos de Santa María de Los Ángeles viven preocupados. Desde tiempo atrás han acudido hasta el cansancio a la Secretaría de Salud del Municipio, a la Policía Metropolitana; ya no solo piden a gritos que fumiguen y hagan mantenimiento a los alrededores del Mónaco, sino que filtren el agua verde de la piscina, “que le echen tierra a ese hueco”, en pocas palabras, que entierren el espejo de agua de los años 80, cuando todavía Escobar y su familia habitaban el edificio, antes de que el cartel de Cali detonara el carrobomba que sería el principio del fin; solicitan que tapen lo que volvió a ser temporalmente espejo cuando se grabó la serie
Escobar: el patrón del mal en 2013, días en que el edificio fue de nuevo disfrazado de blanco y la piscina volvió a ser cristalina. Dejamos atrás ese charco de agua sucia y maloliente para adentrarnos en el Mónaco. Primero, hay que subir unas escalinatas para recorrer con sumo cuidado –para no caerse– un pasillo mohoso que lleva al vestíbulo del edificio, y, ¡oh sorpresa!, aparece reluciente una escultura en hierro, de aproximadamente diez metros de altura, del maestro Rodrigo Arenas Betancur. Paradójicamente se llama “La Familia” y es lo único que queda intacto en este espacio. Pensamos entonces que de tanta ambición y riqueza, sólo sobrevive el arte.
Ires y venires del Mónaco
Hoy, solo el apartamento 301, con matrícula inmobiliaria 001-490750, tal como consta en la Oficina de Registro e Instrumentos Públicos de Medellín, pertenece por extinción del derecho de dominio privado a la Dirección Nacional de Estupefacientes (en liquidación); el resto de apartamentos del Mónaco está en manos del Ministerio de Defensa – Ejército Nacional.
Habitantes de la zona aseguran que el Ministerio de Defensa “se lo prestó a la Policía o se lo cedió en comodato”. Hace unos años esta institución quiso convertir al Mónaco en vivienda rotativa para agentes de la Institución que vinieran de paso por la ciudad, y en los ocho mil metros cuadros y ocho pisos del edificio proyectaba “construir comedores, dos salones y 40 habitaciones para alojar a 200 uniformados”, tal como lo registró Vivir en El Poblado en su edición 443 del 6 de agosto de 2011. Una vez los vecinos se enteraron, sugirieron a la Policía que ese sería un mal negocio inmobiliario, pues invertirían 12.000 millones de pesos en una estructura que no era de ellos; la Policía aceptó la recomendación y hasta ahí llegó la idea de construir el hotel.
Hasta 1988, cuando fue blanco del carrobomba, Mónaco fue la vivienda de Pablo Escobar y su familia. Posteriormente, fue objeto de extinción de dominio y pasó a manos de la Dirección Nacional de Estupefacientes, hoy en liquidación, entidad que en 1999 lo asignó de manera provisional a la Fiscalía. Allí operó por algunos meses el CTI, pero una acción de tutela de la comunidad, tras una segunda carga explosiva, obligó al organismo de investigación a dejar el edificio. Luego el Mónaco se convirtió en sede administrativa y financiera de la Fiscalía Seccional de Antioquia. En febrero de 2003 pasó a manos del Ministerio de Defensa – Ejército Nacional, pero la Fiscalía lo ocupó hasta julio de 2010. Hoy, abandonada casi que a su suerte, a la antigua vivienda de Escobar la cuidan agentes de la Policía Nacional, quienes, haciendo turnos, permanecen en lo que queda de la portería: sin luz, sin agua y sin servicios sanitarios pasan largas horas del día esperando que busetas llenas de extranjeros vengan “de turismo” y se tomen fotos frente al Mónaco, fingiendo inhalar cocaína.