Doña Teresita en la mesa

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Teresita Román de Zurek registró en su libro Cartagena de Indias en la Olla los sabores y saberes de toda una región. A sus 95 años recibirá el reconocimiento a Toda una Vida en los Premios La Barra.

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En 1963 apareció un libro que se ha convertido en lectura obligada para todos aquellos a quienes les interesa la cocina colombiana: Cartagena de Indias en la olla. Tres mujeres se encargaron de recopilar más de 1.400 recetas caribeñas: Teresita Román de Zurek, Olga Román Vélez, Amparo Román de Vélez. Doña Teresita recibirá el próximo 11 de mayo el reconocimiento a toda una vida de trabajo en los Premios La Barra.

De familia de químicos, llevaba la alquimia en la sangre. “Cocinábamos desde muy pequeños”, recuerda. Pero se dio cuenta de que todo lo que se preparaba en su casa se hacía de cuenta de recetas orales. “No había nada escrito”. Preocupada porque veía cómo la modernidad se apoderaba de todo, incluso de la cocina, empezó a reunir aquellas recetas que se preparaban en su casa y en otras cocinas de Cartagena para consignarlas en un libro.

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En reuniones y encuentros sociales les pedía a sus amigas que contribuyeran con sus conocimientos. Así, por cada preparación publicada, recibió cientos de versiones que probó una y mil veces en sus fogones. Era un fino trabajo de estandarización para llegar a la que, para ella, fuera la mejor versión de cada plato.

Una mujer visionaria

Doña Teresita ha sabido siempre que la mejor forma de conservar las tradiciones y los productos autóctonos es incluyéndolos en la cocina del día a día. “El libro es un esfuerzo por mantenerlos vivos”.

Estudió en España y allí tuvo contacto con pensamientos de vanguardia. Pero también es resultado de una formación tradicional cartagenera, en la que la cocina y la mesa son el centro de reunión familiar. Para ella, aún a sus 95 años, no hay un día que no gire en torno a la cocina. “La comida es catalizador de la conversación, es la vitalidad del hogar”.

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Es viajera, es historiadora y recorrió el Caribe de agua dulce y de agua salada. Usó la historia para reconstruir recetas. Entendió que la cocina se vive igual en todas las clases sociales y que es democrática, porque saberes e ingredientes serán siempre los mismos.
Para ella, el presente no puede existir sin pasado, este permite, además, proyectar el futuro. “Cocinamos la historia, los platos cuentan de dónde venimos y para dónde vamos”, dice.

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