Servicios de Urgencias en crisis: por qué y cuándo usarlas

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Los servicios de urgencias de la ciudad han alertado sobre la sobredemanda de usuarios. Falta de oportunidad en la consulta regular y uso innecesario por parte de los usuarios, las principales razones.
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En las dos últimas semanas los principales centros de urgencias de Medellín han advertido sobre la sobredemanda de usuarios en sus instalaciones. Además de las deudas que tienen las EPS y el Gobierno con las instituciones prestadoras de ese servicio, la saturación de pacientes en las urgencias se explica por otras razones inherentes a la compleja crisis del sistema de salud. 
 
De acuerdo con Diana Guerra Mazo, directora del Observatorio de Salud de la Personería de Medellín, la mayoría de hospitales y clínicas coinciden en que, en promedio, el 70 por ciento de los casos de pacientes que llegan a urgencias no corresponden realmente a una situación que ponga en riesgo inmediato su vida. Más allá de la preocupación que genera una dolencia, una de las razones que está motivando a los usuarios a recurrir a la atención en urgencias es la falta de atención oportuna en la consulta externa. 
 
“Las EPS en este momento no tienen una red amplia y suficiente que permita una atención oportuna de los requerimientos de su población afiliada. Eso hace que la asignación de citas se represe y muchas veces los pacientes recurran a las urgencias para recibir atención o medicamentos que no les han entregado”, afirma Guerra, quien señala que aunque el sistema de salud tiene una clasificación para la atención de las urgencias, los usuarios en muchas ocasiones no son conscientes de esa parametrización. 
 
Precisamente, en diciembre pasado, el Ministerio de Salud emitió una resolución de obligatorio cumplimiento para todas las IPS, que establece los criterios de selección y clasificación de pacientes de urgencias, un procedimiento conocido como triage. “Muchas veces los pacientes no entienden qué es el triage y que no sólo se puede pensar en uno mismo, sino también en otros pacientes que pueden llegar en una situación mucho más grave”, asegura el médico urgentólogo Carlos Rincón. 
 
A lo que se refiere es que mediante esa clasificación el personal médico, de acuerdo con las necesidades terapéuticas y los recursos disponibles, define la prioridad de atención de cada paciente. Hay cinco categorías. Cuando un paciente está en triage I, quiere decir que requiere atención inmediata y su vida corre peligro. En triage II el enfermo puede evolucionar a una situación crítica. En el III, se encuentra estable, pero requiere ayudas diagnósticas inmediatas. 
 
El buen uso 
 
En los niveles IV y V, la condición es más favorable para el paciente y no representa riesgo evidente para su vida. Rincón advierte que esa clasificación, sin embargo, es una valoración que no significa un diagnóstico y por ello debe estar a cargo de personal altamente entrenado, para evitar errores. Además, señala el urgentólogo, los profesionales en urgencias también tienen la tarea de explicarle al paciente cuál es el procedimiento de clasificación y por qué su atención puede tardar más tiempo. 
 
De acuerdo con el urgentólogo el mayor flujo de consultas por urgencias corresponde a síntomas como dolor de oído; dolor de cabeza de baja intensidad; dolor de garganta, tos y otros síntomas gripales; o una diarrea que apenas está iniciando. “Entre el 60 y el 70 por ciento de pacientes tiene unos síntomas que les preocupan, pero son síntomas que se podrían corregir por una consulta externa”. 
 
Para Rincón es imposible pedirle a un paciente que identifique cuándo su síntoma es o no una urgencia. “La recomendación es que vayan cuando consideren que su salud está en riesgo, pero que entiendan que en todos los servicios, por normatividad, el paciente pasa por una consulta de clasificación y según la gravedad se va a priorizar la atención. De acuerdo con eso se demorará la atención o no”. 
 
Lo cierto es que las aristas de la crisis por la que pasan los servicios de urgencias responden a problemas estructurales del sistema de salud mismo. Según Guerra Mazo, aunque Medellín tiene buena capacidad resolutiva, no es así en otros municipio de Antioquia e incluso en departamentos vecinos como Chocó y Córdoba. “Si allí están enfermos, ¿para dónde se van? Pues para donde están los médicos. Cuando llegan aquí eso representa una carga, porque aquí hay médicos y clínicas de excelencia”. 
 
El escenario es preocupante y así lo demuestran las tutelas sobre servicios de salud, que tuvieron un aumento del 10 por ciento entre 2014 y 2015, de acuerdo con el seguimiento que ha hecho el Observatorio de Salud de la Personería de Medellín. “Es un asunto muy complejo y no es un solo factor el que determina esta situación de crisis. Estamos en una crisis general del sistema, así el Ministro de Salud diga que no, y lo peor es que seguimos de crisis en crisis”, señala Guerra Mazo.
 
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