Recupera tu voz

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  Por: Carolina Zuleta Maya  
  ¿Cuál es un riesgo mayor: dejar de lado lo que la gente piensa o dejar de lado lo que siento, lo que creo y quien soy?: Brene Brown.
Desde niños estamos expuestos a la opinión de los demás, y como es natural para nosotros querer sentirnos amados, apreciados y valorados empezamos a actuar para satisfacer lo que los demás quieren de nosotros. Dentro de nuestra cabeza mil voces nos hablan simultáneamente: “¿Qué dirá mi mamá si hago esto? ¿Cómo me habrán visto de gordo o de viejo en esa fiesta? ¿Cómo voy a renunciar a este trabajo si es el que todo el mundo quiere? Qué bueno que me gané este premio, pues mi familia va a estar muy orgullosa de mí.” Ser sociales es parte de nuestra naturaleza y, por lo tanto, tener en cuenta las posibles opiniones de los demás es fundamental para poder desempeñarnos con éxito en la sociedad.
Sin embargo, a veces dejamos que todas esas voces inunden nuestra cabeza hasta el punto que empezamos a dejar de oír nuestra propia voz. Hay momentos en que las voces de los demás están tan arraigadas dentro de nosotros y nos hablan tan fuerte que no sabemos si estamos tomando una decisión por convicción propia o porque creemos que es lo que nuestra familia, amigos y la sociedad en general consideran que debemos hacer.
Una de las cosas que nos da más poder personal es el hecho de sentirnos libres: libres de tomar nuestras propias decisiones, de expresar lo que deseamos y de ser la persona que elegimos ser. El principal paso para sentirnos libres es confiar más en nuestra intuición, oír más nuestra propia voz y hacer, pensar o decir lo que sentimos que está bien para nosotros.
En su conferencia “Los Éxitos del Empresario”, Jeff Hoffman, fundador de Priceline.com y empresario muy reconocido, cuenta que cuando estaba joven trabajaba en una de las compañías más grandes de los Estados Unidos y un día, cansado de la vida que llevaba, decidió renunciar para crear su propio negocio. En el momento de la renuncia, su jefe, una de las personas más admiradas en la industria, le dijo que iba a fracasar en la vida porque su personalidad tenía tres aspectos muy negativos para el mundo corporativo: 1. No te puedes enfocar en un proyecto a la vez. 2. Eres impaciente. 3. No respetas las reglas. Pero Jeff Hoffman no hizo caso y siguió adelante con su deseo de ser empresario; hoy en día asegura que no haber creído lo que su jefe le dijo fue la mejor decisión pues considera que lo que lo llevó al éxito fueron precisamente esas tres características que este le criticó.
Vuelve el control de tu vida hacia ti, calla las demás voces en la cabeza y pregúntate qué es lo que tú realmente quieres.

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