Qué robadera

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  Qué robadera  
  Al parecer es una misma banda la que está cebada en La 10 y sus alrededores. Este año han hecho de las suyas y han asaltado varios negocios -dañan techos, puertas y ventanas para entrar a los locales- y los robos a automóviles -espejos, insignias, accesorios, etcétera- , y atracos a conductores y peatones, son cosa de todos los días.
Los afectados, en muchos casos, desisten de las denuncias porque el proceso es engorroso y, en cierta forma, desconsiderado con las víctimas. El modus operandi de la banda es reconocido, al punto de que se sospecha de que en la banda hay menores de edad, y los comerciantes están, con sobrada razón, muy alterados por lo que está sucediendo.
Si a esto se suma la desatención de las autoridades -las quejas de los robados contra el trato recibido en la Fiscalía, las inspecciones y la Policía son repetitivas- el panorama es desconsolador.
El nuevo Comandante de la Estación de Policía, por el poco tiempo en el cargo, dice no conocer bien lo que está pasando, en cuanto a casos puntuales, y promete reunirse con la comunidad. Advierte, sin embargo, que el número de agentes disponibles es inferior a las necesidades de seguridad de El Poblado, y que esa situación es igual en todo el país. En Colombia hay menos policías de los que se necesitan. Para dar una medida de la situación, en enero llegaron 1.200 policías nuevos a Medellín, pero se jubilaron 700, según informó un funcionario de esa institución. A esto hay que agregarle el acelerado aumento de la población de El Poblado, no solo en habitantes sino en empleados (cifras oficiales hablan de 132 mil 747 habitantes aproximadamente), y las estrategias y los recursos de seguridad son los mismos de cuando éramos alrededor de 80 mil.
En pocas palabras, la mejoría de la seguridad es un mito urbano, al menos en nuestras calles. En esta edición hay un reportaje en el que contamos solo algunas de las muchas historias que conocemos de robos en este sector. Pero la situación no es diferente en otros barrios de El Poblado, y si vamos al caso, en toda la ciudad.
La promesa de las autoridades siempre es que tratarán de dar un mejor rendimiento con los pocos recursos que tienen, y para eso piden el compromiso de la ciudadanía con información y denuncias. Pero aquí es donde se cierra el círculo. Los afectados se quejan de lo inútil de dar información y denuncias, y nosotros damos fe de eso con esta “anécdota”: Cuando indagamos el año pasado a la Policía de Infancia y Adolescencia por sus programas para atender a los gamines de El Poblado, nos respondieron con otra pregunta: ¿Y es que en El Poblado hay gamines? Como se infiere, no tenían programas para un problema que no sabían que existía.
 
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