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Mis vaticinios sobre algunos problemas que quedarán superados son los siguientes, dejando para la siguiente edición la lista de lo que no habremos logrado resolver para entonces:
• Parques: El Campestre y El Rodeo serán parques públicos. Cada vez será más difícil que estos verdaderos oasis urbanos sean accesibles solo para una minoría microscópica de la población. • Transporte urbano: Un único tiquete electrónico para el metro y todos los buses de Medellín y del Área Metropolitana. El tiquete tendría 2 horas de validez y valores ligeramente mayores a medida que se aleje del centro de Medellín. Por supuesto, todos los buses estarían dotados de lector de tiquetes. Habrá un difícil proceso de chatarrización antes de llegar a este objetivo. • Peajes: Como lógica medida de reacción contra las espantosas congestión y contaminación vehiculares, además de fuente de financiación para mantenimiento, el Municipio impondrá alguna modalidad de pago a todos los vehículos para ingresar al Centro y tal vez a El Poblado. Probablemente los peajes serían electrónicos. • Autopista: A falta de “segundos pisos” en vías claves, al menos que las que hoy llamamos “Autopista”, y “Regional” atraviesen Medellín entero sin tener el más mínimo semáforo. Podrían tener peaje, obviamente. Esta será una batalla perdida por los ambientalistas, pero seguro ganarán otras varias. •Pico y placa: Se ampliará a más horas y más vehículos por día, copiando el modelo actual de Bogotá. Para esto no habrá que esperar 10 años; muy probablemente ocurra en los primeros años de la próxima administración. • Aceras: Ahora que ya por fin sabemos cómo se hace una acera, para los alcaldes que vengan será ineludible extender esta “tecnología” a numerosas vías y barrios de toda la ciudad. Medellín será más caminable. • Valorización: Después de agitados debates a todo nivel, finalmente se recuperará esta figura en mala hora extraviada por lamentables intereses cortoplacistas y falta de liderazgo de anteriores dirigentes. • Carreteras: Es inevitable la construcción de una nueva carretera a la Costa Atlántica, por supuesto de doble calzada y saliendo por el Río Porce. Medellín ya no aguantará pasar más años tan lejos de las costas y encareciendo tanto sus exportaciones e importaciones. Y probablemente también habría otras vías de doble calzada hasta Buenaventura, Bogotá y, por supuesto, el aeropuerto. En fin, son desarrollos lógicos, difíciles y en cierto sentido inevitables, por los que han tenido que pasar numerosas ciudades a lo largo y ancho del mundo. Esperamos que Medellín y sus próximos dirigentes den la medida y tengan suficiente conocimiento, liderazgo y poder de convocatoria para llevarlos a cabo a pesar de las obvias dificultades políticas y presupuestales. Pero bueno, para eso se supone que vamos a elegirlos en 2007, 2011 y 2015. Y volveremos entonces sobre el tema hacia julio de 2017.
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