Por qué aumenté 3 kilos en mis vacaciones

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Para muchos mi posición de defensora permanente de la calidad gastronómica de nuestra cocina campesina puede parecer una terquedad propia de una golosa amante de fritos y refritos, pero estoy convencida de que la variedad y la calidad de los platos que conforman el recetario de los pobladores de la región de Río Cedro es algo que merece un reconocimiento, y si bien ahora no dispongo de suficiente espacio para entrar en detalles sobre el asunto, permítaseme al menos hacer una rápida denominación de algunos de los platos que logré disfrutar en aquellos parajes, en donde además de exóticos sabores vegetales y animales, la brisa, la hermosura y la serenidad del lugar se constituyen en elementos exclusivos para otorgarle a sus manjares una auténtica certificación de origen.

Así las cosas, digamos que durante 27 días solamente saboreé tres veces el impajaritable pescado frito con arroz con coco y patacones y cada una de ellas con pescado diferente –sierra, pargo rojo y mojarra. Sobra decir que en cada ocasión arroz, pescado y patacones llegaron a la mesa con factura impecable, propios al sabor que produce la cocina hecha en fogón de leña. Ahora bien, el listado de manjares que tuve a bien disfrutar unas veces al desayuno, otras en el almuerzo y no pocas veces en la cena de la noche fueron preparaciones como las siguientes:

  • Calamares rellenos de camarón acompañados de palitos de yuca frita y suero.
  • Guiso de toyo en salsa de achiote y coco, acompañado de arroz con frijolitos negros.
  • Sopa de arroz atollado con yuca cocinada y chicharrones.
  • Pasteles de pavo -léase tamales- de masa de arroz, acompañados de plátano maduro y yuca cocinada.
  • Ceviche de toyo en vinagreta de ajo y cebolla roja, acompañado de patacones.
  • Mote de ñame con queso y pastel de papas con berenjenas.
  • Chorizos ahumados rellenos de pierna de cerdo y ají, acompañados de bollo de maíz con anís y coco.
  • Arroz de jaiba con verduras y plátanos asados.
  • Sancocho de pargo en leche de coco con arroz blanco y ajisuero.
  • Carne de cerdo asada en callana, acompañada de yuca cocinada y suero.
  • Arroz con calamares y camarones pringado de achiote y coco.
  • Guisado de paticas y oreja de cerdo en salsa de ají, acompañado de ñame y plátano verde.
  • Arroz con pato en salsa de achiote acompañado de bollo limpio.
  • Calamares en su tinta, acompañados de carimañolas de yuca rellenas de guiso de cerdo.

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Me quedo corta en la denominación y descripción de muchos otros platos tales como sus arepas de huevo, arepas fritas con queso, ensaladas con berenjenas y apio, tortas de yuca, ñame, plátano maduro y un sin fin de pequeños bocados en calidad de postres como sus panochas de coco, sus caballitos de papaya verde en hoja de limón, sus galletas de coco, sus bolitas de ajonjolí, etcétera, etcétera, etcétera.

Estoy convencida de que es difícil encontrar un paraíso de sabores como Río Cedro, sabores que insisto, deberían conocer mis amigos Leo Kats y Harry Sasson para involucrarlos en la carta de su nuevo restaurante de cocina colombiana del que tanto se está hablando en Bogotá y todo el país. Espero algún día poder degustar en sus mesas algunos de estos manjares así sea que aumente otros 3 kilos, pues no me arrepiento de mis comilonas ya que desde hace muchos años practico el principio de preferir calidad de vida antes que cantidad de la misma… y de tres en tres, algún día llegaré a la tumba completamente satisfecha, pues tergiversando el dicho popular… espero que para ese día ya nadie me quite lo comido.


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