Mamá: yo sí quiero ser Gastón

Cuenta con más de 30 restaurantes, que dan empleo a más de 3.000 personas. Jóvenes que empezaron desde abajo, hoy conducen sus importantes cocinas: San Francisco, Buenos Aires, Chicago.

Al cumplirse los 25 años de apertura del restaurante Astrid y Gastón en Lima, con atrevimiento tomo prestado (y libremente modifico) el título del libro de Ignacio Medina (Mamá: yo no quiero ser Gastón, Planeta, 2014) para celebrar al hombre y el lugar que revolucionaron la gastronomía peruana.

Llegué por primera vez a vivir en Lima a inicios de junio de 2001 y las guías turísticas mencionaban cuatro restaurantes para visitar: el buffet de la Costa Verde, el Costanera 700, la Rosa Náutica y finalmente, Astrid y Gastón. Los tres primeros con propuestas de comida peruana; el último de ellos, comida francesa.

Mis primeros pasos por el restaurante Astrid y Gastón de la calle Cantuarias fueron mágicos, la misma Astrid atendía las mesas, Ronald era el maître (todavía trabaja en AyG) y Hans intentaba a punta de cocteles con pisco hacerme caer de la barra.
Al poco tiempo me convertí en un asiduo de ese local, me conocía la carta de memoria y fui testigo de la transformación del foie gras y morillas en setas de Cajamarca y cabrito norteño. En poco tiempo, Gastón se peruanizó en su cocina, recorrió el país y redescubrió el potencial de esta cocina.

Ya años después, amigo de andadas y aventuras culinarias de Gastón, puedo dar fe que lo que no cambió nunca y es su trazo de personalidad más reconocible: la generosidad.
Gastón es generoso con el Perú, lideró un movimiento aglutinando a los cocineros locales, es su imagen, su clave de relacionamiento, desarrolló un discurso novedoso, lo compartió con sus amistades en la política y con los mejores del mundo. Nunca le ha cobrado al Estado por esto.

Gastón es generoso con sus colaboradores, cuenta con más de 30 restaurantes por el mundo, que dan empleo a más de 3.000 personas, principalmente peruanos. Jóvenes que empezaron desde abajo, hoy conducen sus importantes cocinas en San Francisco, en Buenos Aires o en Chicago.

Generoso con sus amigos. Para darle sentido de unidad y aprovechar el empuje y la visibilidad que obtenía, decide crear la Sociedad Peruana de Gastronomía Apega, cuyo principal proyecto fue la organización de Mistura: la marca que mejor representa al Perú, es la vitrina que permitió que muchos otros restaurantes y emprendimientos se dieran a conocer y hoy sean referentes del país.

La generosidad de Gastón hace que yo sí quiera ser como él. Representa un liderazgo difícil de repetir en otras latitudes, pero cuyo trazo principal debe ser replicado en cada uno de los territorios que como nosotros quiere desarrollar la gastronomía.

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