Nómina… Año… DT…

Una foto de Atlético Nacional de 1973, con un arquero de bigote, cabello ensortijado y cara de contador público, fue motivo de una conversación larga, llena de preguntas y recuerdos, en plenas jornadas de aislamiento obligatorio. El fútbol, que ya no se juega en las canchas, llevado a la memoria en tiempos de encierro.

La fotografía, que había llegado por Twitter como parte de esos retos en que te preguntan “nómina, año, DT y partido”, fue el detonante de una dinámica que nunca había tenido con mi papá. Mi viejo, hincha de Nacional hasta la médula y que me llevó a los cinco años a ver mi primer partido en el Atanasio Girardot, me ha hablado del equipo campeón del Verde del 73 como quien recita la tabla de multiplicar del tres: “Raúl Navarro, El Alemán Moncada, Pacho Maturana, Teófilo Campaz, el Comanche Salgado (gran apodo), Abel Álvarez, Tito Manuel Gómez, Jorge Hugo La Chancha Fernández (así, nombre entero), Hugo Horacio Lóndero, Víctor Campaz y Gustavo Santa”. Los dice recitando de memoria. 

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Por eso, al no ver el pelo rubio largo de Navarro, acudí a mi papá, hombre de más de 60 años, que en su vida nunca había estado una sola semana solo en su apartamento, y que por la cuarentena le tocó reinventarse en la cocina, con la tecnología y con sus relaciones. Tras varios minutos llegamos a un nombre: ¡Víctor Cañón! Ese era el nombre del arquero suplente, de melena ensortijada y bigote frondoso, que nos hacía falta para responder el reto.

Tras varios minutos llegamos a un nombre: ¡Víctor Cañón! Ese era el nombre del arquero suplente.
Tras varios minutos llegamos a un nombre: ¡Víctor Cañón! Ese era el nombre del arquero suplente.

De ahí en adelante, y casi como un ritual, le comparto fotos de Nacional y algunas de la Selección Colombia, para que recuerde los jugadores de esos planteles, teniendo más éxito en las fotos viejas que con las nuevas (inexplicablemente hay más recuerdo del Pelao Peláez que de Félix Micolta). Hemos tenido algo para conversar, más allá de recetas fáciles para un almuerzo, en estos momentos en los que la distancia nos obliga a estar más juntos.

En esos juegos en redes sociales hemos hecho amigos de personas que ni conocíamos, como Diego Ortega (@Orteman10), Jorge Restrepo (@bananoverdolaga) o Sergio Londoño (@sergiolondono); también contactamos a periodistas con gran archivo y exquisita memoria, como José Orlando Ascencio (@josasc), Alejandro Pino (@pinocalad) o Nicolás Samper (@udsnoexisten), y llegar al punto de cambiar ideas con exfutbolistas profesionales, como Bréiner Castillo (@brecas1), Agustín Julio (@agustinJulioC), Johny Ramírez (@jhonnyramirez30) o Jaime Barrientos (@jaimeca). 

Lo que para muchos ha sido un spam de fotos viejas y recuerdos rancios, en mi caso ha sido la oportunidad de hablar con gente diferente, de sacar de la memoria muchas tardes de equipos maravillosos, cracks vestidos de cortos, así como de troncos y nombres fácilmente olvidables.

Pero, sobre todo, de acercarme a mi viejo, a esas tardes de domingo 3:30 p.m. en el Atanasio y que hoy sobrevive a punta de recetas recién aprendidas y nóminas de planteles de antaño.

Por: Santiago Hernández H.

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