Mamá bilingüe

Por difícil que se pusiera la situación, mis padres siempre lo dieron todo para que fuéramos a un colegio bilingüe. Y hoy, a mis treinta y tantos, se los agradezco todos los días.

“¿Y cuál es tu película favorita?”.
“El mago de Oz”.
“¡Ay! ¡A mí también me encanta!”.
“¿Sí? ¿Cuál es tu personaje favorito?”.
“Oh, I love the lion. Lions are my favorite animals!”.
“I like lions too, but my favorite character is Dorothy. I even have a pair of ruby slippers”.

Yo no lo podía creer. Jazzie apenas tenía cuatro años y sin ningún misterio cambiaba de idioma y ambos los entendía y hablaba perfectamente. Jazzie es la hija de una amiga mía casada con un suizo y a su corta edad ya dominaba tres lenguas, sin ni siquiera haber entrado al colegio… simplemente era el resultado del entorno en el que había nacido.

Esa conversación con Jazzie se me quedó en el corazón y un año después, cuando quedé en embarazo de Cristóbal, le prometí que yo le iba a dar ese regalo, porque “la herencia que ustedes van a recibir va a ser el inglés”. Esto lo oímos mis hermanos y yo toda la vida. Por difícil que se pusiera la situación, mis padres siempre lo dieron todo para que fuéramos a un colegio bilingüe. Y hoy, a mis treinta y tantos, se los agradezco todos los días. Esa “herencia” no solo me ha abierto muchísimas puertas, me ha hecho una persona con grandes capacidades de expresión y análisis. Ahora es mi deber extenderla a mis hijos.

Leí mucho antes de tener a Cristóbal sobre cómo se debía ser mamá bilingüe. Hay mucho material y sobre todo, muchas opiniones. Me quedé con las coincidencias:

  1. Tomar la decisión de hablar en inglés es algo trascendental, ya que para poder dar resultado, se debe hablar exclusivamente en ese idioma. Sin excusas. Sin “espanglish”.
  2. Se debe empezar inmediatamente el bebé nace, pues solo antes del año, los bebés son capaces de descodificar los idiomas. Es decir: así no entiendan nada de ninguno, al menos saben que uno es uno y otro es otro.
  3. Nada de vergüenza. Esta es quizás la más difícil. Somos muy montañeros y además de tener un acento “paisenglish” creemos que debemos explicarle a todo el mundo por qué tomamos la decisión de hablar en inglés así no vivamos en Estados Unidos (gracias).

Muchas veces leí foros de mamás gringas para agarrar términos de cariño, aún consulto al sr. Google para ver cómo es que se dice tetero en inglés.

A veces Cristóbal me dice que mejor hablemos en español; a veces Antonia, que no tiene ni dos años, me pide en inglés (a modo de extorsión) lo que quiere.

A veces les hablo a otros niños en inglés y me miran como “¿qué está diciendo esta loca?”. Y a veces, los amiguitos de mis hijos me dicen que ellos van a aprender para hablar conmigo también.

POR: Juliana Echeverri Gutiérrez / [email protected]

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