Los árboles de El Poblado y sus custodios

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La protección del medio ambiente ha sido un tema fundamental de Vivir en El Poblado, en sus 30 años de historia. Son muchas las páginas que el periódico ha dedicado a dar a conocer los árboles de la Comuna 14.

2007

Son gigantes del camino. En los días de invierno, sus ramas se mueven al ritmo del viento para no quebrarse, y en los tiempos de verano muestran sus flores.

Desde sus primeras ediciones, y de forma constante, Vivir En El Poblado ha contado la historia de los árboles que están en calles principales, en los parques o a las salidas de los edificios. Azucenos, acacias rojas, guacayanes o corchos han aparecido en nuestras páginas. Algunos son de carácter patrimonial, por los años que cuenta su tronco, como es el caso del Tronador (Hura Crepintans), localizado en la carrera 41, entre las calles 10 y 10A y es el más antiguo de todos: fue sembrado hace 100 años.

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Otros están en el parque que da nombre al barrio o en lugares variados donde sirven de casa a guacamayas, ardillas o pájaros. La siembra de muchos fue inspirada por personas como Ricardo Olano, un comerciante, periodista, integrante de la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín, y quien antes de morir, en 1947, promovió la llegada de más árboles nativos y de otras regiones, y aportó a la construcción de jardines públicos. Y, en años más recientes, el periódico contó la historia del empresario Jorge Molina Moreno, quien, como alcalde cívico de Medellín, entre 1986 y 2001, promovió la siembra de más de 30 mil árboles en toda la ciudad. Por esta razón, se le llamaba el “alcalde verde”.

100 AÑOS tiene el árbol tronador ubicado en la cra 41 entre las calles 10 y 10A.

Por estas páginas también han quedado escritas las historias de vecinos, líderes que han salido a las calles para sembrar o cuidar los existentes, como Mauricio Jaramillo o Juan Fernando Gonzalez, ingenieros forestales que se han encargado de explicar el valor de cada uno, han trabajado junto a la comunidad para que árboles valiosos no sean arrasados por las construcciones nuevas, y la gente aprenda a cuidarlos y curarlos, en caso de vandalismo o inconsciencia. A ellos se suman colectivos de personas que los han defendido.

La historia de una construcción detenida por un grupo de personas que se opuso a la tala de un árbol que sirvió de casa a unas guacamayas, siembras en algunas calles o actividades de organizaciones variadas quedaron registradas en ediciones anteriores. También el hallazgo de animales nuevos o avistamientos de aves por realizarse.

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Después de La Candelaria, El Poblado es la segunda comuna de Medellín, con más árboles patrimoniales, y consciente de esto, el periódico ha querido contar la historia de estos gigantes silenciosos que lo dan todo a cambio de nada, y que regalan aire fresco, frutas, belleza, a la gente del barrio.

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