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La situación del Lleras

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La situación del Lleras
 
 
Cada dos años, más o menos, durante los últimos 10 años, ha sido propuesta la peatonalización del Parque Lleras y las calles aledañas. Esas propuestas han sido surgido, con distinta intensidad y formalización, de todos los sectores involucrados en la problemática de la Zona Rosa.
En la época más dura del conflicto por la instalación de los parquímetros, la peatonalización surgió como una posible solución a la disputa de los comerciantes de entonces con la Alcaldía y la compañía Azer. Nunca se pasó de las palabras.
Años después, al inicio del gobierno de Serio Fajardo, cuando después de una convocatoria del Alcalde a las entidades y personas vinculadas con el liderazgo cívico de El Poblado fueron formuladas unas intervenciones físicas de corto plazo para mejorar la movilidad vehicular, fueron esbozadas otras obras, de mayor envergadura, alcance y consecuencias, para que fuera estudiada su viabilidad por una comisión técnica. Una de esas obras era una intervención del Parque Lleras que podría incluir su peatonalización. Así empezó el Plan de Ordenamiento de El Poblado, mediante el cual se han construido entre otras, la doble calzada de Los Balsos, las reformas de La 10 y la Avenida El Poblado y el Parque Lineal de La Presidenta.
Una de las ideas estudiadas por la Alcaldía en esa época era conectar el Parque Lineal con la Zona Rosa por la carrera 38, y de ahí a la recién reformada calle 10. La peatonalización era una de las opciones de más peso, pero como es obvio que la considerable inversión de dinero público que habría que hacer para construir esa obra daría un muy grande beneficio directo a un pequeño grupo de particulares, que históricamente no se ha distinguido por su civismo, el entonces alcalde Fajardo puso como condición que los comerciantes debían aportar una parte del dinero del costo de las obras. Como ya se sabe, hasta ahí llegó el proyecto porque los comerciantes involucrados, no estuvieron dispuestos a poner plata para esas obras. Solo estaban interesados en su beneficio particular.
Han pasado casi cuatro años desde que la idea quedó archivada y ahora resurge, aunque con una forma diferente. Las consecuencias sí son las mismas: el beneficio económico directo de un pequeño grupo de particulares. Los problemas de convivencia siguen a la orden del día. Sin embargo, con lo dicho en el debate sobre este asunto en el Concejo Municipal a mediados de junio, parece que este gobierno prefiere dejar las cosas como están y que las contradicciones entre las partes -residentes, Alcaldía y comerciantes-se agudicen aún más, si acaso es posible. Solucionar este viejo problema no está en el Plan de Desarrollo, que es la manera como en La Alpujarra explican que algo no existe para ellos o no importa.
 
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