¿Y qué dirán ahora?

  Por: Juan Carlos Franco  
 
Todavía resuenan, después de dos años, los argumentos tremendistas que esgrimían tan vehementes y tan convencidos. Les escuchamos durante varias semanas de debates en el Congreso toda clase de epítetos y de sombrías predicciones. Trapeaban el piso con el pobre Ministro de Minas y Energía.
Erigidos en defensores de oficio del pueblo ante la supuesta dilapidación de la riqueza de “todos los colombianos” por parte del Gobierno, los políticos de izquierda, liderados por el Polo, hicieron hasta lo imposible para evitar que Ecopetrol vendiera (o privatizara) el 10% de sus acciones al público en general. Y finalmente perdieron, pues el proyecto fue aprobado.
Contrario a sus negras premoniciones de que vender ese poquito de Ecopetrol iba a acabar con la empresa, y por consiguiente con el escaso patrimonio de los sufridos compatriotas, más de 500.000 personas (como quien dice, la población entera de una ciudad como Pereira) pudieron comprar acciones, pocas o muchas, pero de un tajo quedó socializada la propiedad. Como si viviéramos en un país socialista, pero por las buenas.
Y luego que empezó a valorizarse la acción debido a una variedad de motivos, y contando con la suerte del aumento desmedido del precio del petróleo, esa enorme multitud de pequeños dueños se volvió un poco más rica. Y además, al cabo de poco tiempo, ya recibían generosos dividendos que podrían ser reinvertidos o simplemente gastados.
Y entonces Ecopetrol se volvió más fuerte y sólida. Y se puso a explorar con más ganas y a ser admirada y envidiada por las demás empresas del país, incluso las privadas. Y hasta se está dando el lujo de comprar compañías exitosas en el exterior. Y finalmente llegó a la bolsa de Nueva York pisando duro y recogiendo capitales que antes ni se soñaban, indispensables para seguir explorando a fondo el país y descubrir (!ojalá pronto!) yacimientos importantes.
A todas estas, y con la tozuda realidad dejando por el suelo sus predicciones, los amigos del Polo no parecen ya tan locuaces en torno al tema de Ecopetrol. Si hubiera honestidad intelectual en la política colombiana, alguna de esas aves de mal agüero habría salido a decir públicamente que, después de todo, estaban equivocados. Que el (tan odiado) gobierno, al menos en este episodio, parece que tuvo razón.
Pero no, qué va… eso no pasará jamás. Astutamente evadirán el tema y desviarán la atención. Y si en un momento de descuido se dejan preguntar en público cómo les parece la salud de Ecopetrol hoy y qué opinan de las importantes ganancias de tanta gente, dirán que sus afirmaciones de entonces fueron tomadas “fuera de contexto”, pero que finalmente los hechos (quién sabe cómo) les han dado la razón. Y seguro se la creen.
En fin, es que no es fácil explicar a sus electores que el gobierno más conservador en muchos años termina actuando como el más socialista, y que ellos, tan de izquierda, se opusieron con uñas y dientes a que una empresa del Estado se fortaleciera, se democratizara y nos hiciera a todos un poquito menos pobres, incluyendo por supuesto a los otros 45 millones de colombianos no accionistas.
Todavía les queda la oportunidad de mostrar un poco de gallardía y, cuando se abra la próxima emisión de acciones por otro 10%, discretamente susurren a sus copartidarios que no sería tan mala idea comprar unas accioncitas. Porque a lo mejor ellos mismos ya lo han hecho.

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