¡Viajen por favor, viajen!

 

Lástima. Porque al menos los de Tránsito, Planeación y Obras Públicas podrían haber sido designados hace semanas y por estos días ya llevarían buen tiempo viajando. Pero no propiamente descansando y visitando sitios turísticos, sino observando y estudiando con cuidado las ciudades, de muchas de las cuales tenemos tanto que aprender.
No, no hay que ir muy lejos. No se trata de ver cómo se hacen las cosas en Japón o Finlandia, donde sin duda las condiciones son totalmente diferentes y no aplicables a nuestro caso. Medellín está en otra liga, pero también aquí se podrían hacer mejor las cosas si las personas que deben proponer y aprobar las decisiones -ojo, ¡honorables concejales!- supieran un poquito más o hubieran tenido mayor experiencia allende estas gratas pero limitantes montañas.
Por ejemplo, podrían pedir que les muestren cómo se señaliza cuando hay obras en las calles. ¿Será que en todas partes quedan satisfechos, como aquí, con poner unas pobres cintas al lado de un morro de tierra para indicar a los conductores o peatones que hay una brecha de 3 metros de profundidad?
O podrían investigar en ciudades de Brasil o Chile cómo hacen para respetar más a los discapacitados: Rampas en todas las esquinas y transporte público diseñado a su favor… ¡Incluyendo algunos buses con elevadores! ¿Cuánto más tiempo pasará antes de que en Medellín empecemos a portarnos de manera civilizada con este significativo componente de la población, que además también paga impuestos?
En Ecuador podrían preguntar por los controles constantes a las emisiones de buses y camiones, que normalmente se hacen con sencillos equipos ambulantes que determinan si están por encima de lo permitido. En tal caso van directo a los talleres, sin apelaciones.
También sería bueno hacer una parada en México, Buenos Aires o Santo Domingo para ver cómo funciona el “segundo piso” tan mentado durante la reciente campaña. ¿Realmente hacer estos larguísimos puentes urbanos les resolvió problemas de tráfico, o los desplazó a otra parte? ¿Sirve a todos los estratos o solo a los más afluentes?
Y ya que están en México, ¿qué tal si investigan lo que ha sucedido con las normas recientes de control de alcohol a conductores? ¿Habrá funcionado la norma que garantiza una noche en la cárcel a cualquier conductor que marque por encima del nivel permitido?
O qué tal preguntar ¿cómo les ha ido a los varios países que asignan un sistema de puntos a la licencia de conducir? Se parte con un número de puntos y por cada infracción importante se van restando hasta que, al perderlos todos, la licencia queda cancelada, sin apelaciones, por un largo tiempo.
Consejo para los funcionarios viajeros: No mencionar jamás que en Colombia hace algún tiempo se determinó que las licencias de conducir no tendrían vencimiento, ¡sus interlocutores no pararían de reír!
En fin, son demasiados los temas y no mucho el tiempo. Pero eso sí: Por favor no nos salgan con más soluciones de quinta categoría a asuntos que en muchas partes del mundo ya están resueltos. ¡Viajen! O si no hay tiempo, al menos ilústrense más y no traten cada vez de reinventar la rueda.

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