¡No fueron los franceses!

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  Por: José Gabriel Baena  
 
Desde hace más de mil años, los “Griots” son los herederos y guardianes de la historia mandinga / Mali, en el oeste africano y tienen una gran importancia dentro su cultura. Son sus trovadores e historiadores poéticos, y a menudo “profetas”, y tienen profundos significados y funciones en su pueblo. Sus secretos sólo son revelados a los “Amos del Mundo”, los más altos iniciados. La esclavitud y comercio de humanos fueron dos de los factores que condujeron a la formación del Imperio Mali, en una gigantesca extensión de mil por mil millas; la esclavitud era rampante en África Occidental en el siglo 10. El primer emperador de Mali, Sundiata Keita, fue quien puso fin a la infamia bajo las leyes de la “Carta de Manden”, revelada en total entre 1974 y 1988. Ésta definió los derechos básicos de los seres humanos, describió los horrores de la esclavitud y la trata de seres humanos y proclamó su abolición en todo el Imperio. Muchos ensayistas proclaman que este documento es quizás uno de los más antiguos del mundo y el Grito de Independencia más bellamente compuesto contra la esclavitud. Un poema. Otra cosa es que el tráfico volviera a tomar un auge de altos picos durante la llamada “esclavitud atlántica”, obra de los bárbaros europeos.
De regreso de su último viaje por África, el fotógrafo-artista alemán Klaus Dieck me contó esa historia asombrosa y que pocos conocen: de ahí podemos afirmar que no fueron los presuntuosos franceses quienes inventaron los Derechos del Hombre sino el antiguo pueblo Manden. Hace mil años. Los colonizadores ilustrados recogieron el antiquísimo poema que recitaban los esclavos en sus plantaciones y lo convirtieron parcialmente en ese documento, que luego tradujo Nariño en la Nueva Granada, hacia 1793. El “poema de Manden” fue apenas recopilado por la Unesco hace 20 años y publicado inicialmente en francés. Está dividido en una especie de saga o cántico de cazadores que se recita más o menos así, en prosa:
Los cazadores declaran: toda vida humana es una vida. Es verdad que una vida se hace aparente con su existencia ante otra vida, pero una vida no es más “vieja” ni más mensurable que otra, así como una vida no es más alta que otra. Siendo toda vida una vida, cualquier daño causado a una vida demanda reparación. Consecuentemente, ninguna libertad le será confiscada por su vecino, nadie le causará ningún daño a su prójimo, nadie martirizará a su semejante.
Los cazadores declaran: Que cada uno cuide de su prójimo. Que cada uno venere a sus padres. Que cada uno eduque a sus hijos tal como debe ser. Que cada uno mantenga o provea las necesidades de los miembros de su familia. Que cada uno cuide el país de sus padres, o su tierra natal. Es necesario que esto se oiga, y especialmente por los hombres: porque cualquier país, cualquier territorio que viera a los hombres desaparecer de su superficie caería de inmediato en el dolor de la añoranza.
Los cazadores declaran: El hambre no es una cosa buena. La esclavitud no es tampoco una cosa buena. No hay peor calamidad que estas cosas en este mundo de abajo. Mientras sostengamos el carcaj y el arco, el hambre no matará a nadie nunca más en Manden, de tal modo que la hambruna no prevalecerá por las contingencias, ni que la guerra jamás destruirá otra vez las aldeas para tomar esclavos. Esto es decir que de ahora en adelante será inválido perforar la boca de tu semejante para venderlo, nadie será golpeado tampoco, ni por un mayor motivo será muerto, porque esto es un lazo de esclavitud. Lo que hacer arder la esclavitud está hoy extinto. De una muralla a otra y de una frontera a otra de Mali, la caza de hombres se prohíbe y los tormentos nacidos de estos horrores han terminado desde hoy en Manden. ¡Qué gran prueba ha sido este tormento! Especialmente cuando los oprimidos no tenían cómo defenderse. Los esclavos no disfrutan de consideraciones en ninguna parte del mundo. Los hombres antiguos nos decían: el hombre, como un individuo hecho de hueso y carne, y médula y nervios, de piel cubierta de cabello y pelo, se nutre de alimentos y bebidas, pero es “corazón”. Su espíritu vive en tres cosas: Ve lo que quiere ver, dice lo que desea decir y hace lo que quiere hacer. Si sólo una de estas cosas se pierde súbitamente del corazón humano, se sufre con ello y es intolerable. Consecuentemente los cazadores declaran: De ahora en adelante cada uno se pertenece a sí mismo. Cada uno es libre de sus actos. Cada uno dispone como quiere de los frutos de su trabajo. Tal es la solemne Promesa de Manden, dirigida a los oídos de todo el mundo.

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