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¿Los vinos blancos se prefieren jóvenes o de guarda?

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Publicado en la edición 384, febrero 15 de 2009
 
     
 
¿Los vinos blancos
se prefieren jóvenes o de guarda?
 
     
 
El secreto detrás de los vinos blancos se encuentra no solo en la variedad de la uva seleccionada sino en el proceso que el enólogo aplica a su producción
 
     
 

Los vinos jóvenes, ligeros y ácidos. Son todos aquellos que se deben consumir a más tardar, tres años luego de haber sido embotellados. Las variedades de uvas más populares en este rango de vinos son el Sauvignon Blanc, el Pinot Blanc, el Moscato, el Sylvaner y el Albariño. Durante el proceso de elaboración, dos factores serán esenciales para lograr con éxito un producto típico y apreciado por los consumidores: la fermentación alcohólica se hace en tanques de acero inoxidable, para evitar cualquier oxidación del vino y pérdida de los aromas más volátiles y el embotellamiento se realizará en menos de seis meses. Este embotellamiento prematuro indica también que no habrá ninguna fermentación maloláctica.

Características generales de los vinos jóvenes, ligeros y ácidos
A la vista. Su color debe ser límpido y brillante con tonalidades que varían del translúcido al amarillo pálido dependiendo de la variedad, generalmente contienen reflejos verdosos, los cuales son indicadores de juventud.
Al olfato. Imaginar todas las familias aromáticas desde los frutales hasta los florales, pasando por los aromas de especias es posible en estos tipos de vinos. Generalmente poseen aromas varietales que representan aún a ciegas la tipicidad de cada uva.
Al gusto. Poseen una acidez bien pronunciada y no deben contener azúcar residual, por lo cual pueden describirse como vinos secos. Sus aromas deben ser puros y característicos, intensos y dominantes y de una frescura natural gracias a su acidez y riqueza en pequeñas burbujas de gas.

Los vinos de guarda, con cuerpo y crianza en barril
El potencial de guarda de un vino depende directamente de la calidad de la uva con la cual se comienza el proceso. La variedad preferida por los enólogos para elaborar vinos de larga guarda es el Chardonnay, reconocida por su presencia en los viñedos de los mejores Grands Crus de la Borgoña en Francia. El mosto será fermentado en barriles de madera y tradicionalmente seguirá un proceso de fermentación maloláctica y de conservación en sus lías finas durante un periodo variable entre 9 y 24 meses. Esta crianza será favorable a nivel olfativo y gustativo gracias al refinamiento que adquiere el vino por sí solo y a la presencia de nuevos aromas tostados, de vainilla y especias provenientes del roble.

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Características generales
de los vinos de guarda, con cuerpo y crianza en barril
A la vista. Las tonalidades de estos vinos se acercan más hacia las notas amarillas que con los años pasan del dorado al ámbar y del ámbar al marrón cuando tienen más de diez años en la botella.
Al olfato. En sus primeros años de vida, las notas frutales de cada variedad y la influencia de la madera serán los principales descriptores de estos vinos al igual que los aromas tostados y de la vainilla típicos de la madera. Los aromas de fruta fresca se transforman en frutos secos, los vegetales cambian de las notas herbáceas a notas de hojas secas como el tabaco y las tisanas. Con el pasar de los años nuevas notas de nueces, rancio y flores aparecen para crear un maravilloso e inesperado mundo de aromas.
En boca. En su juventud son concentrados, potentes y vivaces. Con el pasar del tiempo se vuelven más sutiles y delicados aunque conservan su fuerza y capacidad de permanecer varios segundos en la boca luego de ser ingeridos.

¿Cómo se escogen y cuánto cuestan?
Generalmente los vinos blancos de consumo ligero son económicamente más accesibles y son preferibles para el consumo del día a día. Ideales en los días cálidos del verano, estos vinos se deben consumir a bajas temperaturas (alrededor de los 12 grados centígrados) y como su nombre lo indica, deben consumirse jóvenes, por lo cual siempre se recomienda favorecer la añada más reciente. Alrededor del mundo, cualquier país del Nuevo o del Viejo Mundo produce excelentes vinos ligeros a precios variables entre los 30 mil y 100 mil pesos colombianos.
Los vinos de guarda son al contrario, mucho más costosos y escasos en el mercado colombiano. Son vinos que se deben comprar jóvenes pero esperar en la cava personal durante al menos unos cinco años o comprarse en subastas internacionales cuando han sido añejados en alguno colección personal o por las mismas bodegas productoras. Hoy en día los mejores Grands Crus de la Borgoña como son los provenientes del famoso viñedo “Le Montrachet” pueden costar a su salida al mercado entre 500 mil y 6 millones de pesos colombianos por botella. Si se venden ya añejos en subastas sus valores han llegado a los 10 millones de pesos colombianos por botella.

 
     
 
 
 
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