El sabio Manuel y su devoto biógrafo

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En septiembre de 2022, Envigado celebrará los 200 años del nacimiento del sabio Manuel Uribe Ángel. Un historiador mantiene vigente su memoria.

El noble anciano no se inmutó cuando Jorge Andrés le pasó su mano derecha por los hombros, ni parpadeó con el flash del fotógrafo: se mantuvo impávido en su sitial, en el parque de Envigado. Allá está y estará, señal de que es esencia de nuestro inventario de talentos irrepetibles, porque sabios de tal grandeza no se dan silvestres en estas tierras. Y él lo constató, porque además levantó un minucioso inventario de nuestra flora y fauna.

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Pero también escribió. Y fue concejal, gobernador del Estado Soberano de Antioquia, senador de la República, y se sospecha que hasta presidente -por unas horas- de Colombia. Su biógrafo tiene pendiente corroborar el dato. (1882: muere el presidente Francisco Javier Martínez de Zaldúa; el vice ausente. Entonces, ¿Manuel Uribe Ángel fue presidente delegatario?).

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Tal vez a quien más incomode que se muestre así al DOCTOR será a su biógrafo Jorge Andrés Suárez Quirós, historiador de la Universidad de Antioquia y magíster en Ciencias de Administración de Eafit, porque siempre lo nombra con esta respetuosa dignidad, que fue de peso años ha. “Es un personaje muy grande y, por respeto, siempre le digo doctor Manuel Uribe Ángel”, insiste. 

Si en la tesis “Manuel Uribe Ángel: Promover y difundir, biografía de un modernizador antioqueño 1822 – 1904” a Jorge Andrés no le alcanzaron 180 páginas para dar cuenta de esta eminencia, imaginen la dificultad para bocetearlo en estas líneas. Así que señalaremos generalidades, para que al menos la juventud de Envigado y alrededores se quite de la cabeza que “el MUA” significa edificios (un hospital, un colegio), una calle (la 36 sur), un acueducto comunal, un barrio (antes Buga) y cinco efigies (en el parque y la Academia de Historia de Envigado, en la avenida La Playa de Medellín, en la Universidad de Antioquia y en la plazoleta de su Facultad de Medicina).

Hablar de este personaje es referirse a un versátil sabio antioqueño que por igual se desempeñó con solvencia como historiador, etnógrafo, geógrafo, botánico, biógrafo y narrador.

El sabio Manuel y su devoto biógrafo
La tesis sobre Uribe Ángel fue calificada como “Meritoria”: una de las mejores en su momento, según el jurado.

Primerísimo envigadeño

Estuvo entre los primeros médicos que llegaron al país con un título obtenido en el extranjero (1853). Fue promotor e impulsor de las ciencias en Antioquia. Fundador y animador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, y luego jurado calificador de los primeros médicos egresados, en 1872.

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También, uno de los iniciadores de la auscultación del paciente, como desarrollo de la ciencia en el siglo XIX. Entre los pioneros en la práctica de la cirugía, y como impulsor de unas nociones básicas de higiene para prevenir enfermedades. Además, uno de los iniciadores del uso de jeringas hipodérmicas para inyectar, otra novedad de la época (en el Museo de Antioquia se exhibe la jeringa con aguja de plata que utilizó). Fue el hombre de la piedra inaugural de la Academia de Medicina de Antioquia, al igual que del Museo y Biblioteca de Zea, hoy museo de Antioquia.

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El Manuel Uribe visionario aconsejaba en temas ecológicos a los colonos empoderados de hacha devastadora. Frente a la actividad minera abogaba por implantar técnicas modernas de explotación, igual que con la agricultura. A los viajeros sugería describir los paisajes que encontraban, porque sabía que el avasallamiento del hombre los borraría del mapa.

Esta es una síntesis del pormenorizado relato que hace el historiador Suárez. Agrega que el Manuel Uribe generoso donó sus propiedades a sus hermanas. El cariñoso esposo dejó constancia en su testamento de que lo único que lamentaba era no haberle dado hijos a su señora, con quien compartió cincuenta años.

El andariego doctor Manuel se fue hasta España y Francia buscando publicar su libro “Geografía General del Estado de Antioquia en Colombia”, una obra de consulta todavía obligada. Lo logró en 1885 en París. Viaje y libro lo dejaron en la ruina, de la que lo salvó su amigo y paisano Marceliano Vélez (en el parque en su honor se quedó viviendo convertido en bronce, obra de Francisco Antonio Cano como homenaje en el centenario de su nacimiento. Uribe Ángel fue mentor del escultor, hasta apoyó la “vaca” de amigos para que pudiera estudiar en Francia).

El doctor, un sabio dueño de “envidiable verbosidad”, se nos antoja un tris vanidoso: se hacía retratar cada que podía. Esta faceta sorprendió al historiador Suárez: “Es tal vez de los ilustres más retratados del siglo XIX”. Además, ha hallado una importante cantidad de cuadros alegóricos a su figura. Hace unas semanas, apenas, un amigo le reportó el hallazgo de otro retrato que el biógrafo desconocía, y que reposa en el Museo de Antioquia. También mojó prensa en Estados Unidos: un periódico de Nueva York lo llamó “Sabio Uribe Ángel” en 1875.

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El historiador Jorge Andrés encuentra comparables las figuras de Manuel Uribe, el hombre de ciencia, y Pedro Justo Berrío, el gobernante, el político, el militar.

Se comprende su preocupación por la botánica: en aquel entonces las fórmulas médicas eran especiales para cada paciente; se establecían con base en la biología botánica que estudiaron, de manera que eran famosos los “preparados”, una precisa combinación de extractos de plantas y elementos químicos como nitro, yodo, pastillas de alcanfor y otros. 

Biógrafo y casi médico

La pasión desaforada de Jorge Suárez por su biografiado lo ha llevado a alcanzar un dominio del lenguaje médico, sin título. Puede hablar por horas del amplio mundo de la medicina que Uribe Ángel exploró sin descanso. “Es que en la del doctor Manuel Uribe Ángel está reflejada toda la historia de Antioquia en el siglo XIX, no solo en medicina sino en política, en geografía. Sí, me tocó aprender mucho de medicina”, reconoce.

Explica que la tarea del biógrafo también consiste en derribar mitos, porque a veces circulan informaciones carentes de sustento. Es preciso contrastar cada afirmación con varias fuentes; “a veces, por enaltecer, dicen un montón de cosas o leen mal un texto y juzgan por un párrafo, tal vez mal leído, o que contiene un error de imprenta”. Y se remite a un ejemplo: Uribe Ángel no fundó la Academia Antioqueña de Historia, lo hicieron otros personajes, junto a su lecho de enfermo, como reconocimiento a su labor.

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Otro sueño lo anima: conocer una placa que, en honor a su biografiado, acumula pátina en algún muro del Hospital de Cochin, en Paris, Francia. La descubrieron unos amigos, y de inmediato le trajeron la novedad. Para Jorge Andrés no se trata solo de conocer ese pergamino metálico, sino también de explorar archivos para establecer las andanzas de nuestro sabio en dicho país, de las que poco se sabe. Ha trascendido que eran tiempos de emergencia hospitalaria, porque la ciudad estaba en cuarentena, azotada por el cólera.  

Desde 2001 Jorge Suárez está dedicado al estudio de un personaje vasto en conocimientos; todavía se emociona cuando en su permanente búsqueda tropieza con nuevos datos, o hechos curiosos. Al comienzo era normal que sus amigos le trajeran “historias” de Manuel Uribe, que resultaban en homónimos y a veces anónimos comerciantes. Al parecer, han abundado en estos lares los manueles uribes, pero solo uno fue, con todas sus letras, DOCTOR.

Sin embargo, al final de su meritoria vida le decían doctor Manuelito, por la bondad y desinterés con que se ocupaba de las dolencias de sus pacientes. Este apunte, más su expresión petrificada en la estatua del parque de Envigado, nos dan confianza para tratarlo en estas líneas con cierta cercanía… con el debido respeto.

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