El Sargento cumple 40

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A pesar de que en aquella época, y mucho tiempo después, hasta siempre, las compañías disqueras no comprendieron el valor de reproducir las carátulas tal como las diseñaban en “el extranjero”, lo que nos importaba a los inmamables y apenas despuntando adolescentes peluditos de entonces era, por supuesto, la música, y ríase usted de las interminables tardes, después del Liceo, en que nos sumergíamos en casa a oír una y otra vez este disco que, francamente, sí señores, parecía hecho por extraterrestres. De los Beatles, hasta entonces, lo más “sollado” había sido el “Revolver” del año anterior, con temas como la “Eleanor Rigby” de McCartney, el “Taxman” de Harrison, el “Tomorrow never knows” de Lennon, la introducción de los inciensosos acordes de los “sitars” indios de Ravi Shankar, pero con el despelote vanguardista del Sargento aquello fue todo un delirium del que sospecho todavía no hemos salido.

El diseño de la famosa carátula de los cuatro fabulosos acompañados en collage por varias decenas de “solitarios” de todas las épocas es todavía objeto de culto y parloteo en las facultades universitarias. Carátula que sólo pudimos tener en Colombia en esos ominososempaques de plástico que hacía Codiscos, para ahorrar insumos, y que en este caso aparecía por detrás con un inmenso manchón de tinta que tapaba la mayor parte de la canción del pobre Harrison (“Within you without you”), afortunadamente… Cómo serían de poco avisadas las disqueras, excepto una, Decca, que solo a principios de los setentas, cuando ya el rock era un monstruo indomeñable, empezaron a sacar los primeros discos de grupos “desconocidos y aburridores” de finales de los sesentas como Pink Floyd, los Moody Blues, Jethro Tull, todavía con carátulas pendejas, y las tapas traseras en blanco y negro, con las fechas de realización borradas, las letras de las canciones manchadas o desaparecidas, etcétera. Hoy, curiosamente, esos LPs criollos son una joya de colección. ¡Tengo para la venta!

Decía pues que el álbum del Sargento ha dado para todo: le han atribuído infinidad de mensajes subliminales que se pueden descifrar si pones a girar el LP al revés, (cosa imposible con los fastidiosos CDs), hay ediciones en que al final oyes voces misteriosas, siempre se ha dicho que la canción “Lucy in the Sky with Diamonds” es una incitación a tomar el LSD -por las malditas iniciales-, que “A day in the life” es la premonición que tuvo Lennon de su asesinato, y mil otras papanatadas. Alguna vez le preguntaron a John (disculpen la familiaridad) qué pasaba por su cabeza cuando estaba con Paul (nuevas disculpas) componiendo la triste baladita “She’s leaving home” (ella se va de casa), y respondió: “Estaba pensando en plátanos… No hay nada tan jarto como estar tirado en el sofá pensando que tengo que inventar esas jodidas canciones”.

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No digamos más. Todo sobre el bendito Sargento Pepper está en Internet. Hace poco uno de los más reconocidos poetas de la ciudad se deshizo en lágrimas en mi casa, una tarde dominical, oyendo el LP a todo volumen. Le mostré los artes originales del viejo álbum y empezó a levitar, en éxtasis beatlenino. Por mi parte, aunque ya solo cada seis meses visito con recogimiento mi santuario de “Los Cuatro Fabulosos”, sigo pensando que el mejor álbum fue el que hicieron un año después, en el 68: el denominado “Album Blanco”, con sobrantes del Sargento y piezas nuevas, y ese diseño, blanco, blanco, sin título, que dejó a todo el mundo boquiabierto después del barroquismo del 67. Y una notibomba: el 4 de abril a las 10 p.m. pasaremos por el programa “Rayadura Alzheimer”, 100.4 FM de la U. Nacional de Medellín, una selección de los mejores temas grabados en vivo de los Beatles en Hamburgo/62. Ahí nos encontraremos.

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