El embrujo de Irene Solà

Invitada al Hay Festival, Irene Solà cautivó al auditorio en la plazoleta del Museo de Arte Moderno de Medellín. La noche fue propicia para escucharla hablar de fantasmas, fábulas, rituales, magia y sabias mujeres.

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Este martes, la luna casi llena se observó inmensa desde la plazoleta del Museo de Arte Moderno de Medellín, donde la escritora catalana Irene Solà conversó con la periodista colombiana Ana Cristina Restrepo. Esta sesión del Hay Festival envolvió a la audiencia que siguió la cálida conversación marcada por la particular manera que tiene la autora para hablar sobre su obra y sus andanzas en la narrativa.

Aunque se habló de otros de sus libros, la conversación giró en torno al último título de Irene, Te di ojos y miraste las tinieblas, una novela publicada por Anagrama que es como una fábula que reflexiona sobre la vida, la oscuridad, el tiempo y la imperfección. Protagonizada por un grupo de mujeres, la obra transcurre en un solo día. Desde el amanecer hasta el anochecer, se constituye en un viaje a través del tiempo. Estas mujeres, bellas, viejas, feas, audaces, inciertas, se dan cita en una casa. Están muertas y preparan una fiesta. Esperan. Cada una tiene una historia. Cada una tiene una extraña relación con el diablo, a veces es un pacto; a veces, la irreverencia; a veces, el temor. Ellas están protegidas por su propio aquelarre y por esa casa que las abriga. Ana Cristina describe el relato como un cuento infantil con reflexiones muy adultas.

Una obra que, dice la autora, surgió inspirada por las premisas mágicas de los cuentos y del folclor. Todo comienza con el pacto que una mujer hace con el diablo, a quien le pide un marido próspero. Su deseo se cumple, sin embargo, al hombre le falta el dedo pequeño del pie izquierdo. Ella siente que la promesa falló, por tanto, puede romper el trato y conservar la casa heredada. Pero, esta decisión afecta a su familia y sus descendientes, a quienes siempre les faltará algo. Ese diablo minúsculo, hecho a la medida humana, es un ser transformista que cambia de forma y que se relaciona de manera muy distinta con cada personaje.

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Hay en Irene un interés especial por la narrativa. Ella se pregunta sobre cómo funciona esta y qué ocurre cuando se escribe; sobre el poder que tiene aquel que cuenta por encima del que es contado dentro del relato. Se trata de exprimir las posibilidades narrativas, mirar los hilos en el revés tapiz. Le gusta contar y que le cuenten historias. Se ha interesado por los cuentos, las leyendas, las canciones y por la narrativa oral. Y por entender cómo se ha mirado el mundo a lo largo de los siglos y cómo se ha intentado explicar, entender. Y esa manera de mirar el mundo habla de lo que somos y hemos sido. 

Irene, que estudió artes plásticas, se relaciona con su trabajo desde un lugar de curiosidad y aprendizaje. Indaga, escucha, lee, va a los archivos, habla con expertos, reflexiona, experimenta. Dice que es como llenar una piscina con las cosas que quiere contar. A medida que se llena hay más profundidad. En el proceso, escritura e investigación van de la mano. Hay sorpresas, hallazgos. Quiere probar cosas que aún no ha probado, ver qué pasa cuando elige un camino u otro.

Este libro tiene que ver con la memoria y el olvido. Y con el pensamiento simbólico. Hay también humor, ironía y juego, en medio del goce y el sufrimiento de narrar. Un relato hecho de múltiples voces que habla sobre esa manera particular en que cada una de sus protagonistas ve el mundo y cómo cada una lo percibe a su manera. Contar desde distintas perspectivas, mirar desde distintos lugares. 

Son mujeres fuera del canon, están muertas y le permiten a la escritora meditar sobre el amor, la maternidad, la violencia, la soledad; sobre cómo se han construido los personajes femeninos en contextos de ficción e históricos. Esas mujeres viejas y sabias están en un recinto, que es como un útero, no viven aventuras, se quedan en la casa familiar. Sin ser héroes, ellas nos representan.

“LAS HECHICERAS DE ESTA POLIFONÍA SON FANTASMAS, NO TIENEN CUERPO, SIN EMBARGO, ESTA NOVELA ES CARNAL, EN ELLA, EL CUERPO EXISTE, SIENTE, GOZA Y SUFRE. Y ESTÁ LLENA DE OLORES, DE GUSTO, DE TACTO, INCLUSO, HAY UN RECETARIO MEDIEVAL”.

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La autora se deja llevar por las sensaciones y en medio de esto piensa en la elasticidad del tiempo. Dentro de una historia este es maleable, dice. La narrativa manipula el tiempo dentro y fuera de su estructura.

Las hechiceras de esta polifonía son fantasmas, no tienen cuerpo, sin embargo, esta novela es carnal, en ella, el cuerpo existe, siente, goza y sufre. Y está llena de olores, de gusto, de tacto, incluso, hay un recetario medieval.

Con esa bella forma de narrar, Irene Solà cautiva. Tiene intención y ganas de contar desde otro lugar, un lugar que le abra espacio a la imaginación y a las palabras. Mirar el mundo desde otra atalaya, aunque parta de viejas historias y leyendas conocidas.

SUS OBRAS

 Irene Solà nació en Malla, España. Estudió Artes Plásticas y Literatura. Es autora de Te di ojos y miraste las tinieblas, Canto yo y la montaña baila y Los diques, entre otros. Su obra ha sido reconocida por sus miles de lectores y con premios que destacan esa manera de contar y ahondar en temas tocados por la magia de la palabra.

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