El budismo como ideología socio-política

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El budismo como
ideología socio-política
 
     
 
Por: Sergio E. Cano Rendón
En el contexto histórico geográfico, el Budismo y Buda, surgen en la India en la misma época que están surgiendo el Taoísmo y Confucianismo en China, y el Judaísmo en lo que hoy llamamos la región de Palestina, o sea a mediados del siglo VI y V antes de Cristo.
En el contexto religioso cultural, el Budismo nace en el ambiente panteista del Hinduismo brahamánico y en sus comienzos se extenderá por regiones de características predominantemente chamánicas, países arroceros y además (y esto es muy difícil de explicar) sólo se ha extendido por aquellos países que tenían previamente el culto de las serpientes y dragones.
En sus primeros 1.500 años el budismo sufre grandes transformaciones: Un primer momento, del dominio de la mente e iluminación individual. Un segundo momento, ontológico, sobre la toma de conciencia interna de la naturaleza de las cosas, el papel de la salvación y la misión del boddhishatva en la salvación e iluminación de los otros. Y un tercer momento, cósmico, donde la clave de la iluminación es el acoplamiento y armonía con el cosmos desde lo tántrico. Desde el año 100 de N.E no se ha vuelto a transformar.
Sidharta Gautama era un príncipe, lo que le da ciertas características (que no tendrán Lao-Tsé, Confucio, Esdras o Jesús) y que hace que los reyes que patrocinan el budismo sientan un especial vínculo con él y en muchos casos, se consideren a sí mismos reencarnación Budista y protectores del Dharma. El budismo que no había sido pensado ni nacido como religión, adquiere connotación de religión estatal bajo el reinado de Asoka y acá es donde entra a funcionar como ideología socio-política.
Todo esto tiene su materialización concreta en los llamados “edictos de Asoka”. Series de normas y principios son inscritos sobre roca y pilares de piedra arenisca pulida, así como en cuevas, a lo largo y ancho de toda la India. Los edictos contienen proclamaciones públicas de orden moral y práctico para el gobernado y para el gobernante y declaraciones a la comunidad budista (samgha); huyendo de la teoría religiosa más superflua y desordenada, consigue reflejar así las políticas legislativas y administrativas del Imperio.
En esta época aunque están claras y definidas “las Tres Joyas” cobra gran importancia la comunidad (y se cambia el ideal de santidad: de Arhat por Bodhisatva y su papel con relación a la comunidad y viceversa) Así entonces elementos religiosos se convierten en elementos constitucionales, legales.
1. Observar los cinco preceptos 3,
2. Demostrar devoción por los tres Tesoros o Joyas y este aspecto es muy importante para comprender el papel del budismo como ideología política, social, filosófica y religiosa, en los países a donde llegue (y a donde está en estos momentos), pues la fe es la virtud apropiada al estado de vida de quien tiene un hogar, pero no es una fe excluyente ni implica el rechazo de las creencia ancestrales ni de las costumbres religiosas de su entorno social. La triple joya no es un dios celoso y no le disgusta que un hombre rinda culto a las deidades de su país o su casta
3. Debe ser generoso sobre todo con los monjes y darles cuanto pueda para su mantenimiento y el de los edificios religiosos deshabitados. Mientras más santo sea el monje al que se le da, más méritos se alcanzan y por tanto, los hijos de Buda Sakyamuni y en particular los Arhats, son el mejor “campo de cultivo del mérito”
4. Se pueden venerar las reliquias del Buda. Esta es una posición muy difícil de hacer comprensible para los occidentales (que ni siquiera la tienen clara al interior de sus religiones 4), pues no se le puede rezar a buda, porque no está allí sino en el nirvana. Sin embargo, esto desarrolló enormemente el arte en arquitectura, escultura, literatura, música… con la aparición de templos, estupas, monasterios, altares…
La expansión del budismo, patrocinado por Asoka (el 3er concilio budista se produjo bajo su reinado), supuso el desarrollo del concepto profundo de la existencia, la creación, la vida y la muerte, y en último término, el hombre y su comportamiento moral; las ideas son comparables a las de los filósofos griegos clásicos.
Consecuencia directa de esto es el surgimiento de multitud de instituciones monásticas budistas, auténticos centros de saber, base para la extensión futura por toda Asia (especialmente China)5 de estos conocimientos; universidades como las que existieron en Nalanda y Takshasila atraían a sabios de China y el Sureste asiático; los monasterios jugaron un importante papel en las comunicaciones internacionales, ya que éstos actuaban como puntos-parada en itinerarios comerciales transcontinentales que en un futuro conformarían la famosa Ruta de la Seda.
Era una creencia común en Asia budista que el bienestar material del pueblo, su prosperidad económica y su liberación del hambre, las epidemias y las guerras, eran en gran medida cometido de los monjes y que el bienestar de una nación depende fundamentalmente de la benevolencia de las fuerzas espirituales ocultas sólo conocidas por los monjes y que sólo ellos pueden propiciar. Sin embargo las relaciones monje-comunidad, son siempre un talón de Aquiles y el secreto de la supervivencia social de los monjes a lo largo de los siglos, radica en la habilidad de atraerse el apoyo de los gobernantes que mantuvieron las instituciones monásticas con fondos estatales.
Hoy en día, hay cuatro tipos de Budismos que se practican. Primero, hay una religión Budista que puede ser observada en los templos. Sin embargo, esto no representa el Budismo real. Segundo, hay una academia Budista que se enseña en muchas universidades hoy en día, donde vemos el Budismo tratado puramente como una filosofía, una práctica o ejercicio académico. Esto tampoco es exactamente una educación Budista. Tercero, y el más desafortunado de todos, es la total degeneración del Budismo en un culto. Este tercer tipo de Budismo es mucho más dañino para el público que los primeros dos tipos. Finalmente, está el Budismo tradicional, las enseñanzas del Buda Shakyamuni en su esencia verdadera, el cual es muy preciado, extraordinario y raro en nuestro tiempo y días presentes y que sigue siendo la base socio-política de algunas comunidades.
 
 

 

 
 
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