Como la vida: sin guión

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Quien llega a este lugar llamado Acción Impro no sabe con qué va a encontrarse. Aquí, el verbo improvisar es real. La primera vez que escuchó esta palabra, David Sanín estaba en primaria, en el colegio San Ignacio. Juan sin miedo a lo paisa se llamaba la obra en la que participaba como actor principal, y antes de salir al escenario, supo que faltaba la estera sobre la que dormía su personaje. La bibliotecóloga y dueña, la había olvidado en el carro.

En ese momento, el profesor de teatro le dijo: “¡improvise y salga ya!”. Al llegar al escenario, también apareció la estera y él decidió regresar por ella y llevarla ante el público: “Qué tal que no me hubiera devuelto, se me había caído la estera”, les dijo.

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Las risas se escucharon y con ellas quedó más claro su camino, el de ser actor de improvisación. Los años pasaron y las clases de matemáticas o ciencias dejaron de ser tan importantes. Comenzó a ir a clases al Pequeño Teatro con la ayuda de Martha, su mamá, y quien además de llevarlo a los lugares y apoyarlo sin cuestionar, se encargó de preparar vestuarios, almuerzos o cenas para sus personajes.

“Nosotros no ensayamos, entrenamos la escucha, la aceptación, el no bloqueo, la sobreaceptación”.

Con sus hermanos mayores jugaba a la oficina, se escondía en un closet y esperaba que llegara el mensajero. Tambien veía “Los Magníficos” y otras series ochenteras que, junto a los juegos y series de televisión, están presentes, hoy, en los montajes de Accion Impro. A este lugar que está en el corazón de El Poblado y cerca al parque, llega la gente para sentir sorpresa, reír o viajar por la vida de otros, y a través de sus montajes.

La casa de Acción Impro era de una señora que la alquiló a un inquilino que derrumbó sus paredes sin preguntar y la convirtió en bodega y antesala de este escenario. Aquí se presenta David Sanín junto a sus compañeros actores.
La casa de Acción Impro era de una señora que la alquiló a un inquilino que derrumbó sus paredes sin preguntar y la convirtió en bodega y antesala de este escenario. Aquí se presenta David Sanín junto a sus compañeros actores.

Después del colegio entró a la Universidad de Antioquia para ser actor profesional. Allí, y bajo la guía del profesor Gigio Giraldo, aprendió la técnica de la impro y comenzó a presentarse en un apartamento junto a un grupo de compañeros que más tarde se convirtieron en Acción Impro; era el año 2000. Junto a Catalina Hincapié, Adriana Ospina, Gustavo Miranda, Ricardo España y Jorge Cano llegó a lugares como Arte Vivo y a un bar subterráneo cerca al Centro Automotriz, y al que llegaban grupos, para ver qué era eso de la improvisación. “El humor era un elemento muy poderoso; la gente aún se pregunta cómo es posible crear una historia de la nada”, cuenta.

Le gusta el acto de improvisar porque le recuerda a la vida, una experiencia que aunque intentemos predecir o controlar, no tiene guión; “lo incierto siempre está ahí”, explica.

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Sobre la técnica y sus retos, menciona el bloqueo, esa tendencia humana a decir que no y a resistirse a lo nuevo o distinto. Esto lo comprobó en su hija de 3 años, cuando empezó a hablar. Y lo ve, en el escenario: “Cambiar ese no por un sí, es un salto al vacío”, cita a Omar Argentino Galván, uno de los expertos en improvisación.

A esto, suma el acto de escuchar, algo que considera difícil aunque parezca natural: “Para escuchar, uno tiene que aceptar a escucharse a sí mismo. Suena muy fácil, pero no. ¿Cómo te estás sintiendo, cómo te hablas, tal vez te regañas, reclamas o perdonas?. Es una voz interna. Hay que aprender a escucharla y a entender que eso no sos vos, es solo una forma de manifestación del lenguaje a través de tu consciente o insconsciente”.

Explica que “todo lo que aquí ocurre en escena es susceptible de usarse: si alguien tose o sonríe o si se cae una botella. Aquí no hay error, ni juicios o censuras. Los latinoamericanos estamos acostumbrados a regañar, a marcar el error a otro o a aceptar el juicio. Aquí, en las obras de Acción Impro, no se trata de eso, tiene que ver con encontrar entre todos un camino, la solución”.

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